Una revisión de las mentiras que enturbian la comprensión de un conflicto aparentemente irresoluble
¿Es Israel culpable de un genocidio palestino? ¿O el causante de que vivamos en un mundo cada vez más inseguro? Amplios sectores del mundo intelectual y de los medios de comunicación suelen responder afirmativamente a estas preguntas, una mentalidad que intoxica a buena parte de la opinión pública falseando los hechos y distorsionando la realidad de Israel.
Desde su creación en 1948, la existencia del Estado de Israel ha estado rodeada tanto de amenazas existenciales muy tangibles como de una serie de tergiversaciones y tópicos que han sido mayoritariamente aceptados de forma acrítica por las sociedades occidentales.
Son las creencias sólidamente asentadas en buena parte de la opinión pública occidental, como que Israel ejerce una forma de apartheid o que el pueblo palestino sufre un genocidio, lo que hace imposible una correcta comprensión del conflicto árabe-israelí y, lejos de contribuir a su resolución, lo perpetúan, en virtud de una mal entendida buena voluntad que muchas veces no es más que simple desinformación.
Y es ése y no otro el objetivo de este libro: desmontar los bulos más extendidos y situar en su lugar la crítica razonada a Israel, al margen de la avalancha de fake news producida por la industria de las mentiras.
El primer siglo de la historia del cristianismo, que con frecuencia se ha presentado como el simple comienzo de la Iglesia, estuvo marcado en realidad por diferentes momentos cruciales tan inesperados como decisivos: la prematura muerte de Jesús, las apariciones del Resucitado, el establecimiento de los discípulos en Jerusalén, la sacudida causada por los helenistas, la ruptura de Pablo con la Gran Iglesia, la terrible tempestad de los años sesenta, la revitalización del judaísmo por Yohanan ben Zakai y sus discípulos, la exclusión de los minim de las sinagogas hacia 90-100 y la apertura, a comienzos del siglo II, del gran debate sobre la integración del cristianismo en el seno de la sociedad grecorromana.
La conciencia colectiva de los cristianos se fue poco a poco constituyendo y enriqueciendo en el curso de estos choques sucesivos. Judíos mesiánicos en sus inicios, los cristianos tomaron progresivamente conciencia de su originalidad en relación con el judaísmo. De lengua aramea, descubrieron la cultura griega y optaron en su mayoría por este nuevo medio. Hacia 125-150, salido del entorno protector del judaísmo, el cristianismo echa a volar con sus propias alas. Ha adquirido el pleno conocimiento de sí del adulto. Del joven tiene todavía la presunción de la que dan prueba los Apologetas y la intrepidez de los confesores que se niegan a toda concesión. Su infancia ha tocado a su fin. Helo aquí dispuesto a afrontar las tempestades de la madurez, que se anuncian rudas.
La Inquisición española fue una mezcla de agencia de espionaje, unidad de asuntos internos y fuerza de orden público que, aunque tuviera como objetivo prioritario la persecución de delitos religiosos, acabó convirtiéndose –y esta es una de las sorpresas mayúsculas de este libro– en un brazo «político» de la monarquía hispánica, realizando una labor de vigilancia global, con intervenciones quirúrgicas.
El uso exhaustivo de fuentes desdeñadas hasta la fecha nos permite adentrarnos en las fascinantes biografías de moriscos, luteranos, espías, filibusteros, judaizantes o falsos religiosos que pululan en el inmenso espacio del imperio español: de Flandes a Italia, del Mediterráneo al Atlántico y, por supuesto, América.
Ferran Sáez Mateu traza un recorrido desde la solitaria torre de Montaigne en el siglo XVI hasta la actualidad, marcada por tecnologías que nos fascinan aunque siempre exigen algo a cambio. La intimidad es un lugar de la conciencia, un territorio de libertad; lejos está de ser una forma de recogimiento, o incluso de aislamiento. Por ese motivo, privacidad e intimidad son cosas muy distintas. «Privatus» no alude a lo que somos, sino a lo que tenemos y a cómo lo demarcamos; «intimus», en cambio, refiere a «lo que está más adentro», lo más profundo, es decir, el último límite. El territorio de la intimidad, la penumbra del espíritu, propicia el surgimiento de la Modernidad. Aparece primero en la «pintura del yo» que Montaigne delineó con sus «Ensayos», a la vez que fundaba este género literario, y se consolida filosóficamente casi un siglo más tarde, con el hallazgo del «cogito» cartesiano. Esos dos espacios extremos de intimidad son los que nos hicieron verdaderamente modernos. Ferran Sáez Mateu traza un recorrido desde la solitaria torre de Montaigne en el siglo XVI hasta la actualidad, marcada por tecnologías que nos fascinan aunque siempre exigen algo a cambio. En el camino asistimos a la renuncia dócil a nuestra privacidad, y a su corolario más preocupante: el potencial olvido y la pérdida de la intimidad.
El judaísmo fue el primero en confesar la existencia de un único Dios que era, al mismo tiempo, dios de Israel y dios del universo. Esta idea de un dios único fue asumida después por el cristianismo y el islam. Sin embargo, si miramos más de cerca la Biblia judía y la Biblia cristiana, así como el Corán, encontramos textos que admiten la existencia de otros dioses.
¿Cómo ese dios de Israel, entre una pluralidad de divinidades, llegó a ser Dios? Tal es el enigma que esta inmersión en las fuentes del monoteísmo busca esclarecer, recorriendo a lo largo de un milenio las etapas de su «invención». ¿De dónde viene este dios? ¿Cuáles eran sus atributos y su nombre? ¿Cómo era venerado? ¿Por qué las otras divinidades desaparecieron?
A la luz de la crítica histórica, filológica y exegética, y de los más recientes descubrimientos de la arqueología y la epigrafía, Römer ofrece las respuestas de una investigación apasionante, siguiendo las huellas de una divinidad de la tormenta y de la guerra erigido, tras su «victoria» sobre sus rivales, en dios único, universal y trascendente.
En tiempos del emperador Tiberio, un judío que predicaba la llegada del reino de Dios fue crucificado en Jerusalén por orden del prefecto romano Poncio Pilato. Este fue el inicio de un proceso que acabaría presentando a Jesús como un ser divino. Que esta glorificación prosiga hasta hoy exige del pensamiento crítico un exhaustivo ejercicio de examen y estudio. ¿Cabe distinguir la realidad del relato heredado? ¿Tienen algo en común el Cristo de la tradición y el Jesús que la investigación histórica desvela? ¿Cómo se explica la divinización del personaje en la cuenca mediterránea del siglo I? ¿Es posible hallar un sentido a la proliferación de obras sobre el «Jesús histórico»?Tras una extensa investigación que goza de difusión e impacto internacionales, Fernando Bermejo Rubio responde de modo iluminador a todas estas cuestiones. En La invención de Jesús de Nazaret, el historiador de las religiones hace inteligible tanto la figura de Jesús como la construcción cultural que subyace al Cristo de la fe.