El primer libro de uno de los ecólogos con mayor prestigio y visión de futuro que nos da las claves de lo que está por venir.
Vivimos en guerra. Unos contra otros. Contra nosotros mismos. Contra la naturaleza. Vivimos borrachos de tecnología y soberbia, en la convicción de que tenemos asegurada la supervivencia. Sin embargo, nunca ha estado tan amenazada como ahora, cuando tocamos fondo como civilización. Cambio climático, pérdida de especies, guerras por el agua y violaciones crecientes de los derechos humanos. Nos esforzamos en comprender esta crisis, aunque al mismo tiempo huimos hacia delante confiando en la tecnología o incluso la negamos por interés o miedo. Si la ciencia tiene bien afinado el diagnóstico y las soluciones, ¿por qué no avanzamos en su resolución?
En La recivilización, el prestigioso ecólogo Fernando Valladares nos revela con honestidad y valentía los desafíos y los obstáculos a los que tenemos que enfrentarnos para dirigirnos hacia un nuevo modelo ecosocial basado en la confianza, la empatía y la colaboración más que en la competencia y la sobrexplotación. Nos encontramos en un momento histórico apasionante en el que debemos repensarnos para seguir existiendo. Y cuestionar el modelo de civilización, aunque parezca exagerado, es ineludible.
La red infinita retrata, en primera persona, a una mente artística única, atormentada por miedos y obsesiones, pero decidida a alcanzar y mantener su posición al frente de la vanguardia artística mundial.
Existe toda una tradición de pensamiento clásico y contemporáneo dedicado al sujeto creador de la Constitución. De Rousseau a Vattel, pasando por Sieyès y Tocqueville, de Habermas a Elster, sin olvidar a Rawls y a Offe, las argumentaciones de estas reflexiones son muy diversas. Pero no hay creación constitucional que no se inscriba en el pasado a través de normas habilitadoras de los constituyentes, previstas en el ordenamiento anterior, para realizar cambios constitucionales por profundos que sean. La Constitución puede ser revisada y se deberá hacer -como Rousseau ya opina- con las formalidades debidas a su excepcional creación. E, igualmente, caben redefiniciones del demos -así lo afirma Vattel- pero se harán con la unanimidad requerida previamente para su formación. El autor en esta obra toma partido por toda una corriente postfrankfurtiana -de Habermas a Offe y Elster- que ponen de manifiesto la ambivalencia -valores positivos y negativos- de la despotenciación del poder constituyente -de revisión y originario- por excesiva estática de la Constitución.
La relación socrática entre maestro y discípulo ha dejado una huella imborrable en la forma occidental de entender la enseñanza, tanto la estrictamente instructiva de ciertos conocimientos como, allí donde se apunta a una concepción integral de la educación, la más ambiciosa que aspira a formar la moral de los más jóvenes, transmitir valores e incluso reglas y principios de actuación política. Sin embargo, esta huella envuelve cierto misterio que insta a volver una y otra vez a los textos platónicos a fin de esclarecerlos, pero con el resultado, pretendido o no, de que de nuevo nos asombran. Así se hace en este libro, de la mano de notables especialistas, que recorren los pasos de Sócrates en diálogos como el Ion, el Laques, el Gorgias, el Protágoras, el Fedón, el Crátilo o el Teeteto. Pese a lo lejanas que puedan quedar en el tiempo, las enseñanzas de Platón, talladas en la voz de Sócrates, son todavía de utilidad en nuestras aulas, más que nunca necesitadas de figuras que sirvan de orientación y de guía.
Los dos escritos aquí reunidos, publicados el mismo día de 1843 con pseudónimos distintos, son una expresión acabada del genio literario y filosófico de Kierkegaard. La repetición, firmada por Constantino Constantius, da cuenta de la tentativa aludida en su subtítulo: «Un ensayo de psicología experimental». Mediante la forma narrativa, se trata de que el concepto cobre existencia a partir de la vinculación entre «una individualidad» y «una situación». El narrador, envuelto en su propia peripecia de regresar a Berlín para determinar si la repetición es realmente posible, expone y analiza la historia de un joven enamorado de una muchacha, eco probable de la relación del propio Kierkegaard con Regine Olsen. Temor y temblor, que recibe su título de la frase paulina, viene firmado por Johannes de silentio, pseudónimo que aporta la clave de la obra: el silencio de Abraham. El elogio de la figura de Abraham y la discusión de los problemas surgidos de las variaciones interpretativas de su experiencia en el monte Moriah dan pie para tratar la «lírica dialéctica» que se establece entre el secreto y su manifestación. Frente al héroe trágico, Abraham, que encarna la relación del individuo con lo absoluto, no puede hablar: en ello radican su angustia y su paradoja, inasimilables en términos éticos o estéticos.
El apoderamiento se erige, pues es la vara mágica que admite la posibilidad de la válida actuación de un tercero en la esfera jurídica propia. Mientras el apoderamiento se mueve con exclusividad en el ámbito de la autonomía privada, como manifestación concreta de ésta, la representación es ese megaconcepto que incluye no solo la de naturaleza voluntaria, sino también la imperativa o legal y la orgánica, expresión de la naturaleza fisiológica que tienen los órganos de representación en las personas jurídicas, tentáculos a través de los cuales actúan estas. Todo apoderamiento tiene por finalidad una ulterior representación. No toda representación tiene por fuente el negocio de apoderamiento. En el orden instrumental el apoderamiento se documenta por escritura pública clasificando esta como una escritura preparatoria que se dirige a un fin concreto, a saber: la instrumentación ulterior de la escritura principal en la que se contiene el negocio representativo, o sea, el negocio en el que una o ambas partes actúan a nombre y en representación de quien en su día otorgó el apoderamiento.