«Cada vez son más los científicos que nos prometen que la revolución de la longevidad llegará mañana, que nuestros nietos podrán vivir ciento cincuenta años o más, aún jóvenes y con buena salud física y mental. Este libro hace balance de estas investigaciones, separa la ciencia de la fantasía y plantea la pregunta fundamental: ¿por qué vivir tanto? Este es el tema principal de este libro, que, ante esta pregunta, examina las dos concepciones existentes pero opuestas de una vida feliz. La primera, que procede de los siglos pasados y que la psicología positiva ha vuelto a poner de moda, nos invita a decir «sí a la realidad», a resignarnos al orden natural de las cosas para aceptar con serenidad la vejez y la muerte. En cambio, las filosofías modernas abogan por una espiritualidad completamente distinta: la prolongación de la vida con buena salud podría ofrecer a la humanidad la oportunidad de ser por fin menos estrecha de miras, menos violenta y, por qué no, más sabia que en el siglo XX». «Me parece genial llegar a vivir 300 años, hay tantas mujeres que amar, hay tantos libros que leer». Luc Ferry
En el poder y en la enfermedad trata de la interrelación entre la política y la medicina; aborda la repercusión de las enfermedades y las terapias ―tanto físicas como mentales― en la toma de decisiones de los jefes de Estado y de Gobierno hasta el extremo de causar una suerte de locura, en términos de insensatez, estupidez o irreflexión. Naturalmente, la enfermedad en personalidades públicas suscita importantes cuestiones sobre los peligros que conlleva mantener en secreto la dolencia, o la dificultad para destituir a los dirigentes enfermos.
Frente a la creencia generalizada de que la violencia organizada experimenta un declive continuo a lo largo de la historia, este libro ofrece un análisis sociológico en profundidad que revela que, en realidad, va en aumento. Malesevic demuestra que la violencia está determinada por la capacidad organizativa, la penetración ideológica y la microsolidaridad, más que por las tendencias biológicas, lo que significa que, a pesar de que las sociedades premodernas están expuestas a espectáculos de crueldad y tortura, no cuentan con los medios organizativos necesarios para matar sistemáticamente a millones de personas.