¿Por qué Egipto? ¿Cómo nació? ¿Cuáles eran sus valores intangibles? ¿Por qué no sufrió ninguna guerra religiosa? ¿Por qué se fundamentaba en ritos iniciáticos y cuáles son sus contenidos?
¿Cómo se descubrió el secreto de la eternidad?
Como resultado de más de medio siglo de investigaciones, esta obra, ilustrada con unos documentos destacables, muchos de ellos raros y poco conocidos, intenta comprender cómo el Egipto faraónico configuró el alma del mundo y consiguió el matrimonio imposible entre el espíritu y lo material.
Después de las masacres de 1915 llevadas a cabo por el Imperio otomano, se asumió durante mucho tiempo que no quedaba presencia armenia en el este de Turquía. Como resultado de estos crímenes de lesa humanidad contra el pueblo armenio, considerado el primer genocidio moderno y el segundo más estudiado después del Holocausto, los supervivientes fueron asimilados como musulmanes, y la mayoría perdió todo rastro de su identidad cristiana. Otros lograron ocultar sus orígenes; mientras que algunos huérfanos, adoptados por turcos, solo descubrieron la verdad durante su vida adulta. Este libro lleva por primera vez al lector al corazón de estas comunidades ocultas, desenterrando su herencia e identidad únicas. Avedis Hadjian viajó a pueblos y aldeas que alguna vez estuvieron densamente poblados por armenios, y registró historias de supervivencia y descubrimiento de descendientes que permanecen en la región. Asistimos a un recorrido por la Turquía actual en busca de los llamados «armenios secretos», muchos de ellos incorporados a las mayorías turca y kurda. Estas son sus historias, acalladas durante un siglo, en las que se calcula que alrededor de un millón y medio y dos millones de civiles armenios fueron perseguidos y asesinados, entre 1915 y 1923, en un intento de exterminar la cultura armenia.
En Los ángeles que llevamos dentro, Steven Pinker nos expone las investigaciones que ha llevado a cabo sobre la preponderancia de la violencia a lo largo de la historia. Estas investigaciones le han llevado a concluir que, pese a las guerras actuales, vivimos en una época en la que la violencia ha disminuido enormemente respecto de tiempos pasados. Disfrutamos la paz de la que gozamos ahora porque las generaciones pasadas vivieron atenazadas por la violencia y ello les obligó a esforzarse para ponerle límites, y en el mundo contemporáneo somos nosotros quienes debemos trabajar para ponerle fin.