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LA BREVEDAD DE LA VIDA

En La brevedad de la vida, Séneca (4 a. C. – 65 d. C.) toca un tema de sorprendente actualidad: la sensación de pérdida de tiempo. Tenemos la falsa percepción de que la vida es corta porque está determinada por nuestra forma de vivir, llena de vicios y ocupaciones superfluas. La dedicación a la sabiduría es, para Séneca, la única manera de vivir con provecho. Mediante su pluma concisa y sus frases afiladas, el filósofo clásico atraviesa los siglos con una sabiduría sin caducidad y nos invita a reevaluar el uso que hacemos del tiempo, este bien tan escaso, así como a cuestionar nuestro estilo de vida marcado por el ajetreo, la dispersión y la vanidad. «No hay razón para que pienses que ha vivido mucho quien muestra canas y arrugas: no ha vivido mucho, sino que ha existido mucho.»
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JUDITH BUTLER

JUDITH BUTLER (1956) es una figura incómoda, a veces incomprendida y otras mal interpretada y aun instrumentalizada como diana de la polémica en el ámbito de campañas ideológicas, empezando por cuanto atañe a las cuestiones de género y la teoría crítica. Transitar los principales caminos de su pensamiento, como propone el presente volumen, nos ayuda a desvelar la riqueza y la complejidad del itinerario intelectual de la filósofa estadounidense, intensamente entregada a una labor que tiende a crear condiciones concretas de vida para todas las personas a partir de una concepción «radical» de la igualdad. «Siempre he sido feminista. Esto significa que me opongo a la discriminación de las mujeres, a todas las formas de desigualdad basadas en el género, pero también significa que reclamo una política que tome en cuenta las restricciones impuestas por el género en el desarrollo humano».
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SOBRE EL PLACER Y LA NATURALEZA (PENS. )

A finales del siglo IV a. C. Epicuro fundó una escuela filosófica del todo opuesta al idealismo platónico imperante. Desde una perspectiva mucho más empírica y natural, su doctrina reivindicó el papel de los sentidos (única fuente de sabiduría posible) y la búsqueda del placer para alcanzar la felicidad (único objetivo final). Este hedonismo, sin embargo, debía acompañarse de cierta ética, capaz de distinguir placeres buenos (o «naturales», como comer o dormir) y malos (o innecesarios y vanos, como beber sin sed o buscar la lujuria). De aquí la necesidad de la filosofía, cuya práctica defendió Epicuro durante toda la vida: «porque para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven».
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