Se recogen en este libro nueve trabajos sobre algunos de los retos que plantea el fenómeno de la multiculturalidad y que deben resolverse en el ámbito de las ciencias penales. Son estudios que analizan la conexión entre la cultura y el delito en un conexto de sociedades en las que conviven mayorías y minorías étnicas y culturales diferentes. La novedad del libro Delito y Minorías en países multiculturales radica tanto en la diversidad de los temas que se desarrollan como en la perspectiva de su análisis: político-criminal, de dogmática penal y criminológica. Destaca igualmente la procedencia de los autores: de diversas universidades españolas e israelíes, lo cual añade un especial interés al libro, dado que permtie plantear similares cuestiones desde diferentes perspectivas, lo cual enriquece los planteamientos y soluciones al fenómeno del tratamiento jurídico y sociológico de la delincuencia en las sociedades multiculturales.
En 1571, tras un accidente montando a caballo, Michel de Montaigne abandonó su posición como magistrado en Burdeos para retirarse a su castillo a escribir. Este es el inicio, casi novelesco, de una obra capital de la cultura occidental. Montaigne dialoga con los pensadores clásicos sobre todo tipo de cuestiones en una honda reflexión acerca del «sí mismo». Sus escritos son continuas tentativas en busca de una respuesta a la que se acercan como un experimento, una probatura, un essai.
«¡No se dicen mentiras!». ¿Cuántas veces nos dijeron esto nuestros padres? ¿Cuántos de nosotros no hemos dicho alguna mentira a familiares y amigos, u ocultado algún secreto a nuestra pareja? En suma, la sinceridad absoluta es una ilusió. Mentimos continuamente, y sobre todo nos mentimos a nosotros mismos, convenciéndonos de que la realidad no es como es, sino como quisiéramos que fuese. En este libro, Giorgio Nardone propone una actitud realista y pragmática, según la cual una mentira no debe evaluarse de forma absoluta, sino siempre a la luz de las circunstancias, las intenciones, los objetivos y los resultados. Cada uno de nosotros debería aprender el «arte de la mentira» y explorar estratagemas para emplearla de una manera sana y responsable: en primer lugar, para no ser víctimas inconscientes de ella y, en segundo lugar, para mejorar nuestra vida y la de los demás. Entonces sí podremos admitir serenamente, y en el sentido más auténtico de la expresión, que hemos dicho una mentira bien intencionada.