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LA GRAN ILUSION

La gran ilusión recoge los diarios del negociador jefe de la UE ofreciendo un relato paso a paso de cuatro años de disputas. Michel Barnier a menudo estaba desconcertado y con la misma frecuencia sorprendido por las ocurrencias de sus homólogos británicos y el caos de la política del Reino Unido durante los más de cuatro años que negoció el acuerdo de retirada del Brexit en nombre de la UE.
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RUIDO

Dos médicos en la misma ciudad pueden dar diagnósticos diferentes a pacientes idénticos; dos jueces pueden dictar sentencias distintas ante delitos similares; nosotros mismos podemos decidir una cosa u otra según sea por la mañana o por la tarde, o según se acerque o no la hora de comer. Estos son ejemplos de ruido: el sesgo que conlleva variabilidad en juicios que deberían ser iguales. El ruido está presente en todas las decisiones individuales y colectivas, y produce errores en innumerables terrenos, desde la medicina hasta la economía, pasando por el derecho, la sanidad, la protección infantil y la contratación. Además, también nos importuna e influye a la hora de tomar muchas de nuestras decisiones cotidianas. Daniel Kahneman, uno de los psicólogos más importantes del mundo, junto con Cass R. Sunstein y Olivier Sibony, dos eminencias mundiales en pensamiento estratégico, nos enseñan a escuchar ese ruido, cuyo impacto tendemos a ignorar, y a reducirlo para mejorar nuestros juicios. Basado en el mismo tipo de análisis agudo e ingeniosos ejemplos que convirtió Pensar rápido, pensar despacio en un best seller internacional, Ruido ofrece una serie de remedios originales, prácticos y sencillos para pensar mejor.
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EL SUSURRO DEL LENGUAJE

El susurro denota un ruido límite, un ruido imposible, el ruido de lo que, por funcionar a la perfección, no produce ruido; susurrar es dejar oír la misma evaporación del ruido: lo tenue, lo confuso, lo estremecido se reciben como signos de la anulación sonora. Y en cuanto a la lengua, ¿ìede susurrar? Como palabra parece ser que sigue condenada al farfulleo; como escritura, al silencio y a la distinción de los signos: de todas maneras siempre quea demasiado sentido para que el lenguaje logre el placer que sería el propio de su materia. Pero lo imposible no es inconcebible: el susurro de la lengua constituye una utopía. ¿Que clase de utopía? La de una música del sentido. La lengua, susurrante, confiada al significante en un inaudito movimiento, desconocido por nuestros discursos racionales, no por ello abandonaría un horizonte de sentido: el sentido, indiviso, impenetrable, innominable, estaría, sin embargo, colocado a lo lejos, como un espejismo… el punto de fuga del placer. Es el estremecimiento del sentido lo que interrogo al escuchar el susurro del lenguaje, de ese lenguaje que es, para mí, hombre moderno, mi Naturaleza.
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