El súbito ascenso al poder del príncipe Mohamed bin Salmán sorprendió al mundo entero. A pesar de sus aparentes esfuerzos por vender una imagen de modernidad y reforma, la suya es una historia plagada de excesos, represión y brutales asesinatos. Hope y Scheck, dos de los periodistas que mejor conocen la península arábica, nos ofrecen el mejor retrato hecho hasta la fecha de una de las familias más ricas del mundo, al tiempo que nos permiten ahondar en la mente de un líder que aboga por cambiar los equilibrios de poder en el mundo.
Hace cinco siglos, el 13 de agosto de 1521, caía Tenochtitlán, la otrora esplendorosa capital del Imperio azteca y ahora tan devastada como sus habitantes, exterminados por la guerra, el hambre y la viruela. Un mundo, el de Moctezuma y Cuauhtemoc, el de Huitzilopochtli y el Tezcatlipoca, se extinguía, y otro, el de Cortes y Malinche, el de Cristo y la Virgen de Guadalupe, nacía. Un hito en la historia universal, que supuso un bocado de león en la conquista española de America y que marcó el nacimiento del país mestizo que es Mexico. Un hito doloroso, pero que cinco siglos despues sigue asombrando: ¿cómo pudieron Cortes y su puñado de españoles, prácticamente incomunicados, en medio de un mundo que les era totalmente ajeno y extraño, conquistar un Imperio que se enseñoreaba sobre una vasta parte de lo que hoy es Mexico? ¿Cómo pudieron escapar en la Noche Triste y vencer a los guerreros águila y jaguar en Otumba?
«Es imprescindible recuperar la voluntad de acuerdo. Sin un gran compromiso político nacional será imposible cualquier reformismo capaz de afrontar los enormes desafíos de nuestro tiempo».
A caballo entre las memorias, el ensayo y el manifiesto, Nicolás Redondo Terreros, una de las voces más autorizadas y coherentes de nuestro país, hace un llamamiento a la cordura, un elogio de la España constitucional y una advertencia frente al embudo de crispación y sectarismo en el que parece precipitarse la política española.
En su análisis del poderoso auge del nacionalismo y el populismo, que afecta a las democracias representativas en todo el mundo, constata un giro determinante: el PSOE, el único partido de la Transición que sigue en pie, protagonista de los años más constructivos de nuestra historia, hoy se encuentra reducido al cálculo electoral, sujeto a proyectos políticos identitarios e incapaz de proponer proyectos políticos integradores respaldados por la mayoría ciudadana.