Decir filosofía es para Gabriel Albiac decir un juego, una feliz indolencia o una melancolía sabia y escéptica. También es soledad y, a veces, casi lo único que puede darnos compañía. Su Elogio de la filosofía emprende un viaje fascinante y muy personal por las preguntas fundamentales que nos hemos hecho siempre.
Sus páginas nos hablan de la existencia y su sentido, el tiempo y la muerte, la libertad, la belleza o la verdad en un estilo único, lírico y culto, preñado de referencias literarias y artísticas. En sus páginas desfilan las palabras y las ideas de la sabiduría clásica en Heráclito, Platón o Marco Aurelio; de San Pablo y la Biblia; de La Boétie, Montaigne, Pascal o Spinoza; de poetas como Quevedo, John Keats o W. H. Auden; y obras como La Ilíada o el Cristo de Grünewald.
En esta travesía no hay programa ni decálogo alguno, no hay respuestas cerradas, tan solo un bello «consuelo de la huida» y una «lucha por conocer» que nos acerca a eso que llamamos libertad.
Los antiguos dictadores como Hitler, Stalin o Mao gobernaron mediante la violencia, el terror y la dominación ideológica. Pero en las últimas décadas se ha consolidado una nueva generación de hombres fuertes que, sirviéndose de los medios de comunicación y las redes sociales, ha rediseñado el gobierno autoritario para un mundo más sofisticado y globalmente conectado.
En lugar de una represión abierta y masiva, gobernantes como Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan y Viktor Orbán controlan a sus ciudadanos distorsionando la información y simulando procedimientos democráticos. Al igual que los propagandistas y voceros en las democracias, estos nuevos dictadores retuercen las noticias para granjearse el apoyo social, cultivar una imagen de competencia y ocultar la censura. Y utilizan las instituciones democráticas para socavar la democracia misma, al mismo tiempo que aumentan el compromiso internacional para obtener beneficios financieros y reputacionales.
¿Cómo alcanzar el respeto a la libertad de cada individuo según el Derecho aplicable al conjunto de la sociedad? ¿Quién decide, y de qué modo, el modelo de una sociedad? ¿En qué medida el ciudadano contribuye a su configuración? ¿Cómo conciliar la libertad, la ética o la justicia social sin faltar a los derechos de nadie?
La relación entre libertad, ética y Derecho es tan compleja como fundamental en una sociedad plural y democrática. Este libro trata precisamente de responder a estas cuestiones. El autor parte de unas premisas fundamentales: la vida no es propiamente humana si se renuncia a vivir en libertad; no es libre quien se desentiende de la verdad: lo bueno, lo bello y lo justo; no se accede a la verdad quien no se arriesga a pensar por sí mismo; la ética pública de la sociedad debería corresponder a la ciudadanía; y reivindica la libertad de expresión y la discrepancia.La obra aporta ejemplos prácticos que afectan en el día a día al conjunto de la sociedad, reflexionando críticamente sobre ellas con el fin de despertar al lector y se haga preguntas sobre esas cuestiones. Aniceto Masferrer muestra hasta qué punto resulta imprescindible estimular el pensamiento crítico, fomentar la expresión de las propias ideas y el diálogo, en particular con quienes piensan de modo distinto, porque en su opinión, la cultura del diálogo es la clave para salvaguardar y fortalecer la democracia.
Sostiene el autor que es más humano estar en el error pensando por uno mismo que en la verdad habiéndola «asumido» pasiva y acríticamente. Quizá esto mismo fue lo que llevó a Dostoyevski a afirmar que «la belleza salvará el mundo». La libertad es tan necesaria como bella, pero pierde su belleza si se despliega al margen de la justicia, sobre todo de los más vulnerables, de quienes no tienen voz o no tienen la fuerza suficiente para hacerse oír y respetar.