Will Smith, un niño inseguro criado en el tenso Oeste de Filadelfia, se convirtió primero en una de las mayores estrellas del rap de su era y luego en una de las mayores estrellas de Hollywood de todos los tiempos, con una sucesión de éxitos de taquilla que muy probablemente no se interrumpirá nunca. Es una historia épica de transformación interior y de triunfo exterior; una historia que Will narra extraordinariamente bien. Y, sin embargo, eso es solo la mitad de la historia.
Will Smith pensaba, y con razón, que había ganado la lotería de la vida: no era solo que su propio éxito no tuviera parangón, sino que toda su familia, al completo, se hallaba en el pináculo del mundo del entretenimiento. Sin embargo, ellos no lo veían así: se sentían como los protagonistas del circo de Will, un trabajo que les ocupaba los siete días de la semana y que no habían solicitado.
Boris Cyrulnik, eminente psiquiatra y psicólogo, profundo conocedor de la mente, vivió una infancia traumática. Separado de sus padres, que fueron asesinados en campos de concentración, vivió como un fugitivo, escondido en casas de familias de acogida y en orfanatos. Como la mayoría de los supervivientes al volver de los campos, y como la mayoría de personas que han vivido situaciones traumáticas durante su infancia, Boris Cyrulnik se refugió en el silencio después de la guerra.
Sálvate, la vida te espera es un libro sobre el trauma, sobre las heridas y la sanación, sobre la imposibilidad de contar en un mundo en el que nadie quiere escuchar. Sobre la indiferencia que mata y los vínculos que salvan, sobre las ilusiones del recuerdo, sobre ese fenómeno extraño que se llama memoria, que no es la reconstrucción del pasado sino su representación, y que no cuenta la verdad histórica de los hechos sino otra verdad, todavía más real: la de la persona que recuerda. A través del relato de su propia historia, Boris Cyrulnik ayuda a todos aquellos que intentan escapar de un pasado marcado por el dolor.
La situación que hemos vivido ha mostrado los descosidos del sistema educativo y ha puesto de manifiesto lo alejado que este se halla de la realidad. Se ha desvelado la inflexibilidad del currículo: es este el que ha de adaptarse a la realidad, no al revés. Estos meses, al hablar de educación, los verbos que más se han escuchado han sido examinar y evaluar. Es la vida la que nos está poniendo a prueba, y lo que tenemos que evaluar es el sistema. Así que, en lugar de buscar diferentes respuestas a las preguntas de siempre, quizá debamos cambiar las preguntas: ¿qué herramientas necesitan los niños y las niñas? ¿Qué carencias encontramos en la educación que hemos recibido? ¿Servirá lo que hemos vivido para reflexionar o volveremos a la educación prepandemia como si nada hubiera pasado? Tenemos que aprovechar este momento para replantearnos la educación que queremos: si hay algo que está claro, es que todo comienza en la educación.