Un ensayo necesario de un abogado referente en justicia universal sobre sobre los conflictos armados como medio para zanjar diferencias.
Con un estilo ameno y personal, Luis Moreno Ocampo utiliza su experiencia nacional e internacional única e irrepetible para darle sentido a la información fragmentada que recibimos cada día sobre la guerra y la justicia.
Durante cinco mil años la humanidad ha recurrido a la guerra para resolver los conflictos entre comunidades. La paz era el tiempo entre guerra y guerra. Desde 1648 los diplomáticos intentan lograr una paz permanente mediante acuerdos; la guerra de agresión fue prohibida en 1928 y las armas nucleares han hecho incompatible la guerra con la supervivencia de nuestra especie. Fortnite, un videojuego donde triunfa el que mata a todos los demás y, por diseño, se queda solo, es una metáfora de nuestro posible futuro.
Con la puesta en funcionamiento de la Corte Penal Internacional la humanidad se ha propuesto reemplazar la guerra por la justicia. De manera casi imperceptible, el viejo orden global está dando paso a uno nuevo basado en redes que siguen los mismos principios y conectan ciudadanos, Estados y otras instituciones. Es un cambio lento, lleno de contradicciones, tan difícil como hacer girar en U un barco enorme en alta mar.
Analizando los conflictos en Afganistán, Irak, Ucrania, Armenia, Israel y Palestina, el libro explica que la arquitectura legal es casi invisible, no tiene colores, no genera pasiones, pero es una cuestión de vida o muerte. La guerra produce venganza, la justicia la evita. ¿Guerra o justicia?
La historia de cómo un siervo de Dios se convirtió en un ídolo para las élites que dominan el mundo. Túnicas negras, velas, sacrificios humanos, abusos a menores... Si por algo se caracteriza la historia del satanismo es por la acumulación de tópicos. Sin embargo, la realidad es muy distinta. La creencia en la existencia de una especie del dios del mal es hija del clima político que vivieron los judíos en el periodo que transcurre entre la redacción del Antiguo y el Nuevo Testamento, y que llega a su máximo apogeo con la aparición de una nueva religión fundada por un tal Jesús de Nazaret. Desde entonces y hasta hoy, serían los cristianos los verdaderos creyentes en el maligno, aunque algunos grupos han intentado reescribir su biografía y apropiárselo. La religión, la política, la literatura, la filosofía, la música o el true crime fueron moldeando la creencia del satanismo como la definición del mal, que consiguió volverse contra sus creadores y acabó alumbrando, en los años sesenta, la Iglesia de Satán.
Más allá de su función comunicativa, el lenguaje ha sido, a lo largo de las épocas, una marca social: un colectivo se ha distinguido del resto, entre otras cosas, por su forma de hablar. Así, la lengua ha contribuido a la diferenciación de clases, la autoafirmación de las élites y la construcción de identidades nacionales.
Desde la temprana Edad Media hasta la Edad Moderna, Peter Burke muestra en este libro las funciones sociales y políticas que el lenguaje ha cumplido en distintos ámbitos culturales representativos. Quién habla, cuándo, cómo y a quién se dirige el hablante son, nos dice Burke, circunstancias en sí significativas que nos dan tanta o más información sobre el contexto histórico de quienes hablan como el contenido de los enunciados que estos pronuncian. Asimismo, el silencio tiene un valor comunicativo propio, cambiante según las épocas, la posición social y los intereses que se persiguen.
Desde la popularización o el rechazo del latín, en tanto medio del discurso del poder, hasta la publicación entre los siglos XVII y XIX de manuales que enseñaban «el arte de la conversación», Peter Burke nos propone, en este lúcido ensayo, una verdadera historia del habla y del silencio.