"Reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo" es un artículo aparecido en la revista Esprit, en 1934, poco después del ascenso de Hitler al poder. Como escribió Levinas en un post scriptum de 1990: "El artículo parte de la convicción de que el origen de la sangrienta barbarie del nacionalsocialismo no radica en una anomalía contingente del razonamiento humano, ni en algún malentendido ideológico accidental. Encontramos en este artículo la convicción de que esta fuente surge de una posibilidad esencial del Ómal elemental" a la que puede conducirnos la lógica y contra la que la filosofía occidental no estaba suficientemente pertrechada".
Una apasionada advertencia contra los falsos paraísos terrestres y las utopías convertidas en infiernos en la Tierra.
Cioran sostiene en esta colección ensayos escritos en torno a 1960 que ninguna comunidad puede subsistir sin crearse ficciones y aferrarse a ellas. Las utopías proporcionan los símbolos que guían a las sociedades hacia su porvenir y la imaginación permite entonces estructurar la realidad. Por tanto, más que sueños inútiles, las utopías serían un medio para desarrollar nuevas perspectivas. No nos hagamos, sin embargo, demasiadas ilusiones: para el gran pensador rumano, la perspectiva de un nuevo comienzo y la fiebre de una espera esencial que caracterizan al pensamiento utópico ponen a la libertad en peligro y son la antesala de nuevas y peligrosas servidumbres.
En todo momento histórico hay una tensión entre lo viejo que no se resigna a desaparecer y lo nuevo que no se decide a triunfar. Todo presente histórico es un interregno propicio para fenómenos monstruosos que sólo los que vengan después sabrán si fueron apariciones fantasmales que se disolvieron sin dejar huella, heraldos del futuro, partos prematuros o muertos revividos.
Nuestro monstruo hoy es la sensación, tan extendida, de que vivimos en un posible fin de los tiempos. La inquietante presencia de esta esperanza herida nos permite pensar que el hombre actual ha podido cansarse de sí mismo y de su dominio insolente de la Tierra.
El filósofo y maestro Gregorio Luri se sirve de nuestras angustiosas preguntas por los límites del mundo humano como pruebas reactivas para diagnosticar el signo del tiempo en que vivimos.
Porque, aunque la pregunta por los límites humanos es tan antigua como la religión, había permanecido latente hasta hace pocas décadas. Pero en nuestros días ha alcanzado una latencia tan extraordinaria que inunda los medios de comunicación, anulando toda posibilidad de autocomplacencia.
Que el hombre esté desorientado no es noticia; que tenga miedo al futuro, tampoco. Pero que tenga miedo de sí mismo porque se ve como el bárbaro que acecha en los limes de su alma, sí es novedoso. Y es una noticia altamente preocupante, sobre todo porque ese miedo ha llegado a las escuelas…