Para Winckelmann, la belleza del arte trasciende el tiempo y el espacio, por eso es tan importante que tengamos las herramientas adecuadas para comprenderlo. Estas páginas, que se publicaron por primera vez en Dresde en 1764, son un recorrido por las de la continuidad del arte a través de distintas civilizaciones completamente novedosa. manifestaciones artísticas del mundo antiguo partiendo de la idea de que, como la vida, han sufrido un proceso evolutivo. Pasando por egipcios, etruscos, persas y romanos, se detiene a analizar en profundidad el arte de los griegos, lo que proporcionó una visión de la continuidad del arte a través de distintas civilizaciones completamente novedosa. Su ojo crítico con lo que se venía haciendo hasta la fecha y su atención al detalle convirtieron esta en una obra de referencia e inspiración para grandes artistas y teóricos como Goethe o Schiller; aún hoy, continúa siéndolo para todo aquel que se acerque al estudio del arte clásico.
Aunque la cuestión trans hace tiempo que existe, su irrupción masiva en la esfera pública es muy reciente. Debido a sus enormes implicaciones, no solo en cuanto a la sexualidad y a las ideas, sino también en lo que afecta a otras dimensiones, como la social, la legislativa o la política, el debate está marcado por el signo de la urgencia. En este amplio diálogo no podían faltar los analistas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y, teniendo en cuenta que muchos llevaban tiempo trabajando en ello, se ha confeccionado este volumen colectivo.
Durante más de una década, Mary Nicotra, ha investigado la cuestión trans bajo el prisma del psicoanálisis lacaniano. Mediante una serie de casos particulares, en este incisivo ensayo plantea un primer interrogante: ¿existe un único modo de llamarse trans, gay, bisexual, mujer u hombre? Y a partir de aquí, se plantea una nueva cuestión: ¿cómo afrontar la sexualidad en general y a la transexualidad en particular?
Jacques Lacan ya destacó que las clasificaciones biológicas y de género que se reciben al nacer no impiden al individuo realizar una elección posterior. Y esa elección, hecha por el sujeto del inconsciente, está lejos de quedar fijada y ser definitiva, ya que la aceptación de un saber nuevo es el paso a un nueva experiencia en la cual se dan opciones que no se habían planteado antes. Este libro pretende plasmar que existen muchos modos de estar en el mundo y no tienen su origen en la biología o en el contexto cultural, sino en la lógica del discurso de cada persona.
En agosto de 1914, la historia de la humanidad cambió su curso. Después de un largo período de engañosa calma, ese mes de verano tronaron los cañones en Europa y empezó la Gran Guerra. Con el estallido del conflicto, ya no hubo vuelta atrás: se abrió un abismo entre un mundo que moría y otro que marcaría el devenir del convulso siglo XX.
Gracias a una increíble labor de investigación y una asombrosa capacidad narrativa, Barbara W. Tuchman alumbró el mejor libro sobre la Primera Guerra Mundial —y uno de los Pulitzer de no ficción más renombrados—, indispensable para entender el mundo que se abrió hace 100 años con el final del conflicto.
Cuando aún era un adolescente, Leonard Cohen se asomó un día al balcón de su casa en Montreal y oyó unos acordes de guitarra. El chico sentado en la hierba tocaba flamenco y durante unos días se convirtió en el primer maestro de Leonard. Desde entonces, paso a paso, Leonard Cohen fue forjando una carrera en la que los momentos estelares se alternaron con épocas oscuras, y en la que la música fue fiel aliada de la escritura. Canciones como «Suzane», «So Long, Marianne» o «Chelsea Hotel» nos acompañaron a lo largo del siglo XX y los poemas de Libro del anhelo resumen en pocas líneas emociones que no tienen fecha de caducidad.
Muchos veneran a ese hombre que en 2011 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias y que, hasta el día de su muerte, el 7 de noviembre de 2016, siguió dando la vuelta al mundo para estar cerca de su público. Cuando alguien le tachaba de pesimista, Cohen sonreía y soltaba una de sus frases memorables, que constituyen una lección de vida.
Revisando estas palabras, entrevistando a la gente que le era próxima y reuniendo datos inéditos que el propio autor le proporcionó sobre su trayectoria personal y profesional, Sylvie Simmons reunió las piezas que componían al hombre y al artista y ahora, tras la muerte de Cohen, lo ha completado hasta lograr su mejor retrato.
En cualquier campaña electoral, solo uno triunfa. El resto no llega a la meta. Y seguramente todos han puesto lo mejor de sí; se han esforzado, han invertido, han soñado, han trabajado. Pero es inevitable: todos pierden menos uno. Y perder duele. Duele mucho. La derrota es la escena más temida por los candidatos y sus equipos de campaña. ¿Dónde perdimos? La pregunta salta de inmediato. ¿En los medios de comunicación? ¿En alguna ciudad o distrito importante? ¿En algún segmento clave de la población? ¿En el contacto persona a persona? ¿En las redes sociales? ¿En la calle? No. Perdimos en el cerebro del votante.
Como en el mito del Minotauro, la mente del votante es un oscuro laberinto. Los mensajes políticos se extravían dentro de ese laberinto. Las campañas más efectivas serán aquellas que logren que su mensaje perviva y encuentre la salida hacia la urna electoral. El camino va del cerebro que siente, analiza y decide a la mano que deposita la hoja de votación. ¿Qué debe hacer una campaña electoral para lograrlo? Debe darle señales al cerebro del votante. Señales que lo guíen hacia el voto. Son básicamente siete los carteles luminosos que la campaña debe encender dentro del cerebro del elector. Este libro analiza cada uno de ellos. Colocar y prender en la mente del votante estos carteles no es una mera suma de acciones sino una estructura, un sistema de trabajo, un modo preciso de ordenar una campaña electoral. En este esquema, la psicología política es el hilo de Ariadna.
09.07 a.m. 12 de abril de 1961. En un cohete de alto secreto, un joven ruso se sienta en una minúscula cápsula encima del misil balístico intercontinental más potente de la Unión Soviética, diseñado originalmente para transportar una cabeza nuclear, y despega hacia el cielo. Se llama Yuri Gagarin y está a punto de hacer historia. Viajando a casi 18.000 millas por hora, Gagarin da la vuelta al mundo en solo 106 minutos. Desde sus ventanillas ve la Tierra como nadie lo había hecho antes, cruzando un atardecer y un amanecer, atravesando océanos y continentes, siendo testigo de su belleza y su fragilidad. Aunque el lanzamiento se inicia en total secreto, a las pocas horas de su aterrizaje se ha convertido en una celebridad mundial: el primer ser humano que abandona el planeta. Más allá cuenta la emocionante historia de aquel vuelo épico, en plena Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la URSS se enfrentaban al otro lado del telón de acero y asumieron enormes riesgos para ser los primeros en llevar a un hombre al espacio: los estadounidenses a la luz de los medios de comunicación y los soviéticos en la clandestinidad.