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BIENVENIDO MISTER CHAPLIN

Tras la Primera Guerra Mundial, la influencia estadounidense se extendió por todo el mundo, y España estuvo lejos de ser una excepción. En un momento de intensa modernización de la sociedad, la irrupción de la cultura de masas norteamericana despertó una pasión súbita. Para muchos españoles nacidos con el siglo, Yanquilandia, como llamó Unamuno al antiguo enemigo del 98, se convirtió en modelo de civilización y conformó decisivamente su visión del mundo. Los emigrantes transmitieron en sus cartas y fotografías la imagen de Estados Unidos como una tierra prometida, llena de avances técnicos y sociales, y los arquitectos construyeron rascacielos -o «rascacielitos»- que pretendían imitar a los de Nueva York y Chicago. Juan Francisco Fuentes describe brillantemente el espíritu de los «felices veinte», una época marcada, pese al nacionalismo y el puritanismo oficiales, por el hedonismo, la libertad y la fascinación por el American way of life. En España se bailaba el foxtrot y el charlestón, triunfaban el jazz y las marcas americanas y causaban furor las estrellas del cine mudo, como Charles Chaplin y Buster Keaton, tema de inspiración de las vanguardias artísticas y literarias y, en especial, de la Generación del 27. Este idilio con Estados Unidos, que afectó también a la izquierda, incluso en plena Guerra Civil, es un fenómeno tan revelador como poco conocido, que nos devuelve a un tiempo más complejo, y a veces más divertido, de lo que nos han contado.
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POR UN POPULISMO DE IZQUIERDAS

La hegemonía neoliberal que se impuso hasta la crisis financiera de 2008 es mucho más que políticas de austeridad, financierización de la economía a expensas de la economía productiva, gobierno de expertos y brecha cada vez mayor entre élites privilegiadas que toman las decisiones y una sociedad que sólo se despierta cuando ve afectada su capacidad de consumo. Esa hegemonía trajo consigo la posdemocracia, la indiferencia política, la sospecha de que no hay alternativas posibles a los dictados del establishment. O de que cualquier alternativa anti statu quo está marcada con el estigma del extremismo o el populismo. En este ensayo de decidida intervención, suerte de manifiesto político y revisión de su propia obra, Chantal Mouffe advierte cómo la crisis de la hegemonía neoliberal ha abierto un “momento populista”, que equivale al regreso de la política y a la oportunidad de profundizar la democracia. El aumento de las desigualdades genera múltiples resistencias, demandas, luchas, que el consenso pospolítico, ese que pretende estar más allá de los partidos y la disputa ideológica, es incapaz de escuchar. Esas resistencias son transversales y heterogéneas: los trabajadores, los excluidos, los inmigrantes, las clases medias precarizadas, el movimiento de mujeres, la comunidad LGBT. ¿Qué significa esto para la izquierda? La ocasión de articular esas demandas con discurso y creatividad, y sin menospreciarlas, dando respuestas progresistas incluso a los reclamos (por orden, por seguridad) que sólo parece reconocer la derecha. Por un populismo de izquierda no llama a terminar con las instituciones de la democracia representativa, sino a revitalizarlas desde dentro, para que inclinen la balanza a favor de mayor igualdad. Pero para eso hay que trazar una frontera política entre un populismo de derecha que entiende al “pueblo” de manera restrictiva, dejando afuera a quienes “amenacen” la identidad nacional y las claves del consenso, y un populismo de izquierda que apueste a radicalizar la democracia. Esa frontera no implica alimentar un antagonismo vacío sino reinventar, para los ciudadanos, la posibilidad misma de elegir qué sociedad quieren construir.
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EL LENGUAJE CORPORAL DE LAS EMOCIONES

DESCUBRE E INTERPRETA LAS EMOCIONES A TRAVÉS DEL LENGUAJE CORPORAL. No hay experiencia emocional sin experiencia corporal. El lenguaje del cuerpo expresa lo que sentimos y también nos transmite lo que sienten los demás. Por eso la imagen de un bebé sonriendo puede provocarnos una gran sonrisa, y una mirada triste de alguien con quien nos cruzamos por la calle puede despertarnos un sentimiento de melancolía o de ternura. Este libro te ayudará a ser más consciente de las emociones gracias a las señales corporales que puedes identificar: posturas, expresiones faciales, patrones respiratorios, gestos… Entenderás así la relación íntima entre el cuerpo y las emociones más intensas ―el miedo, la ira, la tristeza o la alegría―, y aprenderás a gestionarlas de forma práctica con ejercicios. Comprender cómo interactúan la mente y el cuerpo es una necesidad imperativa para el bienestar humano. Al aprender a interpretar las señales corporales, abrimos una puerta hacia una vida más plena y saludable y haCIa una conexión más profunda con nosotros mismos y con los demás.
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