La voluntad de Victor Klemperer de dejar testimonio de su vida bajo el terror nazi se plasmó en unas cinco mil páginas de diarios. Escritos bajo constante peligro de muerte por su condición de judío -su matrimonio con una mujer aria lo salvó de la deportación-, se convirtieron varias décadas después de su muerte en un auténtico fenómeno editorial, al que no fue ajena la versión española, publicada en dos volúmenes por Galaxia Gutenberg (2003). La presente edición recoge las páginas más significativas y que inciden en mayor medida en la descripción de la vida cotidiana en un régimen dictatorial. El resultado es un documento de una importancia histórica sin igual, que analiza con extraordinario detalle la institucionalización del terror por parte del aparato nazi, y que constituye a la vez un conmovedor y descarnado relato de una de las etapas más oscuras del siglo xx.
Mediado el siglo XIX, el pintoresco pensador alemán Eugen von Vaerst escribió un delicioso texto titulado Gastrosophie, una elegía hedonista a la comunión entre el buen comer, el buen pensar y el bien vivir. En su estela, los autores de este libro emprenden un peregrinaje desde las normas culinarias de Pitágoras a la frugalidad de Platón (con la excepción de los higos), ambos más interesados en la pureza del alma o de las ideas que en las alegrías del cuerpo; sin olvidar el idílico Jardín de Epicuro, precedente del autocultivo bio, pasando por la enfermiza manía de ayunar de algunos insignes pensadores del medievo, hasta llegar a la insospechada afición al vino del circunspecto Hegel o la no tan insospechada querencia por la cerveza y los habanos de un perpetuo aspirante a bon vivant como Marx.
Gastrosofía incluye deliciosas recetas de cada escuela filosófica. Una manera original y placentera de acercarse al pensamiento filosófico.
En el año 479 a. C, Esparta era admirada por todo el mundo conocido. Y poco después, en el 402, se convirtió en la potencia hegemónica de Grecia. Sin embargo, una generación después, la ciudad-estado carecía de importancia… ¿Por qué? ¿Qué salió mal? ¿Fue inevitable la caída de Esparta?
Si bien sus temibles hoplitas fueron siempre considerados invencibles en el campo de batalla, Esparta aunó muchos errores políticos y diversos y graves problemas sociales, en la creencia de que sus costumbres y leyes eran inmutables, superiores a los de cualquier otro pueblo. Es la historia espartana, en todo caso, una historia de desafío: la de una pequeña ciudad-estado que dominó el mundo y que jamás aceptó su caída y sumisión; la crónica de un fracaso político –nunca guerrero–, pero también una lección de cómo caer luchando; no en balde, incluso con las legiones romanas dispuestas a asediar su ciudad, los espartanos nunca se rindieron.