Rememorar episodios antiguos que han marcado el devenir histórico y figuras del pasado que han sido modelo de pensadores, literatos e historiadores a lo largo de la historia no es solo un acto de justicia y de agrado colectivo; es también, o más aún si cabe, un estímulo para indagar en la complejidad de la mente y el comportamiento humano.
Este libro es fruto del estímulo que ha supuesto la celebración a la par, dos mil quinientos y mil novecientos años después, respectivamente, de la Batalla de Salamina y de la muerte del historiador Tácito: de un evento histórico que dio pie a algunas de las obras literarias más bellas e influyentes en la literatura occidental y de un historiador de aguda visión y sensibilidad literaria que, ante todo, profundizó en la relación entre la acción política y el carácter humano.
A través de las páginas de este libro, el lector podrá indagar en ese compacto tejido que crean conjuntamente los hechos históricos y la visión literaria del mundo y de la realidad.
Alcanzar a conocer y a comprender es un proceso bastante más complejo que el de alcanzar a juzgar; en especial si para juzgar algo o a alguien partimos no de lo que podemos llegar a conocer sino de lo que podemos llegar a sentir, es decir, de nuestros más altos o bajos sentimientos. Viene esto a cuenta o a cuento, cómo no, de este libro que lleva por título La caza y los toros y que no es tanto un defensa de la caza y de los toros sino una reconsideración histórica, una meditación de lo que la caza y los toros han representado en la vida española durante cientos de años y aun milenios. Libro este muy ameno, sugerente y comprensivo por el que muchos ciudadanos (como yo mismo, pacíficos e incluso mansos), sentimos gran afición (pese a no haber ido nunca a los toros ni practicado jamás la caza, excepto de erratas) aunque en nuestro bárbaro tiempo haya devenido todo esto en asunto polémico, casi peligroso. Nuestra edición cuenta con un resiliente y atinado prólogo de Víctor J. Vázquez, que no solo sabe de Ortega y Gasset sino también, cosa bastante más rara, de toros. A.L.
Este libro está en el inicio del diálogo contemporáneo entre el budismo y el cristianismo, cuestión que sigue teniendo la misma relevancia que cuando fue publicado por primera vez, hace cinco décadas, tal como afirma Javier Melloni en su introdución.
El jesuita Hugo Lassalle vivió en Japón más de sesenta años. Durante ese tiempo descubrió que la meditación zen podía enriquecer enormemente no solo la fe y oración cristianas, sino que también podía renovar la vida de cualquier persona, fuese o no creyente.
Aunque desde que se escribió este libro han cambiado muchas cosas en el mundo, las claves que nos proporcionan estas páginas siguen siendo de gran actualidad, tanto para profundizar en la propia fe cristiana como para abrirse al modo oriental de adentrarse en el corazón de la realidad, a través de la meditación silenciosa.
Es el despertar de una nueva conciencia de la especie humana lo que el autor ya entrevió entonces.