Arte y democracia nace como resultado de la decisión de los artistas, que enero de 2022 formaban parte del Consejo de Administración de VEGAP, de convocar un encuentro público para tratar el papel que hoy en día juega el hecho artístico en las sociedades abiertas. La base de este encuentro era tratar dos ideas fundamentales: por una parte, la defensa de la actividad artística en las sociedades democráticas; y, por otra, la defensa de los derechos de autor de los creadores visuales ante las rápidas y agresivas transformaciones socio-económicas de la actual sociedad digitalizada y globalizada. El Derecho de autor, producto de la Revolución francesa y de la Ilustración, está inserto en el corazón mismo de la DEMOCRACIA moderna y bajo las amenazas de las transformaciones de la actual sociedad tecnológica. La responsabilidad pública sobre el Patrimonio afecta también al reconocimiento de los artistas como generadores de PATRIMONIO CONTEMPORÁNEO. Una sociedad democrática es una creación social de aportaciones libres que encuentra en los autores su expresión más activa. El ARTE es un hecho social, tiene una dimensión colectiva que materializa los emblemas de las metamorfosis y cambios de la época.
Una gran parte de los artistas visuales que desarrollan su trabajo en la actualidad viven en condiciones precarias y con muy pocos incentivos para su trabajo. Esa es una realidad conocida en el sector, y que se corresponde sociológicamente con el rol de marginalidad proverbial que ha caracterizado a lo largo del tiempo la escena del arte. Pero los artistas son testigos de nuestro mundo y ejercen su papel como peculiares activistas culturales. Aportan radiografías plurales, emblemas de una sociedad en cambio, expresan pautas de vida, generan huellas proyectadas hacia el futuro, atisban “lo nuevo”: son los creadores del patrimonio contemporáneo. El arte es un espacio de interrogantes donde afloran respuestas provocadoras a preguntas inquietas. El artista realiza su trabajo interpretando el mensaje de una difusa voluntad colectiva. Aspira a esa empatía y comunicación real: transmitir sentimientos y emociones propias para compartirlas. Pone sus ojos, su mirada, su corazón y sensibilidad al servicio de la sociedad: a la búsqueda de un latido común. El auténtico artista aporta oxígeno para respirar mejor.
La trepidante odisea del manuscrito maldito del Marqués de Sade, una obra descrita como «el evangelio del mal»
A primera hora de una mañana de noviembre 2014, dos semanas antes del bicentenario de la muerte del marqués de Sade, veinte policías de paisano salieron de entre la niebla y atravesaron las imponentes puertas rojas del gran Museo de Cartas y Manuscritos de París. El hombre al que buscaban era Gérard Lhéritier, el «rey de los manuscritos», acusado de hundir la venerable industria anticuaria francesa con una presunta estafa piramidal valorada en cientos de millones de euros. Durante años, este empresario había estado comprando manuscritos históricos y su fondo acaparó obras escritas por personajes como Napoleón, Einstein y otros. Pero el manuscrito que precipitó su caída fue una cosa diminuta de poco más de diez centímetros de ancho; un ajustado pergamino de escritura tan minúscula que es casi imposible de leer. Una obra que, según algunos, incluido Lhéritier, está maldita.