En la Antigüedad, el saber verdaderamente valioso era el entendimiento de los orígenes, del del nacimiento del mundo y de los dioses o héroes. Más tarde, el saber se orientó hacia el conocimiento sobre el futuro y la utopía que nos esperaba. Hoy, en cambio, parece atrapado en la necesidad de comprender un presente sofocante y demasiado extenso; pasado y futuro han convergido y nos ahogamos en su vórtice, confundiendo el saber con la mera comunicación. Pero este libro no es una elegía por la sabiduría perdida. Es una invitación a reflexionar sobre qué es para nosotros el saber y cómo podemos transmitirlo a quienes ocupen después el mundo.
En las cuatro breves piezas que componen este volumen, entramos en el universo más personal de Jordi Soler. A través de sus páginas, escritas desde la orilla celeste del agua, reflexiona sobre la música y el silencio; traza una cartografía del enamoramiento y sus vasos comunicantes; critica la era tecnológica y la pérdida progresiva de los espacios para la introspección y el pensamiento; reivindica el aquí y el ahora; defiende la mirada activa, el diálogo; evoca lecturas, discos, películas, poemas, piezas de la memoria: historias en el mar de historias. La orilla celeste del agua es, en fin, un valiente alegato contra un devastador modus vivendi anclado en exceso en las nuevas tecnologías y en la hipervelocidad del siglo XXI; una lúcida reivindicación de la realidad que está fuera de los mapas.
He aquí uno de los textos más remotos de la humanidad: un compendio de sabiduría y, a la vez, un oráculo. Formado en su inicio por una sintética combinación de tres trazos de líneas, continuas y discontinuas, I Ching ofrece un enorme abanico interpretativo que atrajo desde antaño a los antiguos pensadores, quienes lo ampliaron con sus comentarios y lo transformaron en el primero de los libros clásicos del confucionismo. Se convirtió, así, en una obra fundamental del pensamiento que traspasó fronteras hasta Occidente y ayudó a dar forma a nuestra modernidad. Antes como ahora, el Libro de las Mutaciones sigue ejerciendo su fuerza evocadora: ayuda a conocerse mejor a uno mismo y permite que nuestro pensamiento evolucione en la complejidad de la vida.