Una ola de descontento recorre el mundo, y cada vez menos personas se sienten verdaderamente felices. Las encuestas revelan un aumento constante de la insatisfacción, el estrés y la depresión a nivel global. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué los niveles de infelicidad alcanzan récords preocupantes? ¿Cuáles son las últimas innovaciones de países, empresas, escuelas y la ciencia para revertir esta tendencia y aumentar la felicidad?
Andrés Oppenheimer explora este fenómeno global y ofrece nuevas perspectivas para salir del pozo de la insatisfacción. A través de una exhaustiva investigación en diversos países, concluye que el crecimiento económico -el parámetro que usamos para medir el progreso- es necesario, pero no suficiente para aumentar la felicidad.
Cuando Elon Musk era un niño en Sudáfrica, sufría a menudo acoso escolar. Un día un grupo de niños lo empujó por unas escaleras de hormigón y le patearon hasta que su cara se hinchó como una pelota. Pasó una semana en el hospital. Pero las cicatrices físicas fueron insignificantes comparadas con las emocionales, las que le había causado su padre, un canalla, ingeniero carismático y fantasioso. Cuando Elon llegó a casa tras ser dado de alta del hospital, su padre le reprendió. "Tuve que escucharlo durante una hora mientras me gritaba, me llamaba idiota y me decía que era un inútil", recuerda.
El impacto psicológico que su padre le causó perduró. Se convirtió en un joven fuerte pero vulnerable al mismo tiempo.
En el 2018, tuve el gran privilegio de sentir por primera vez la presencia de Dios y escuchar su voz. Fue tan maravillosa aquella incomparable experiencia que inmediatamente reconocí que jamas sentiría algo igual en mi vida.
Una de las tantas cosas que empezaron a cambiar, y que empece a sentir a partir de ese momento, fue un ferviente deseo por describir y compartir aquella mágica experiencia con todo el mundo, para que, al igual que yo, descubrieran lo tan sencillo, real y cercano que tenemos a Dios.