Uno de los rasgos más característicos de los samuráis era la serenidad con la que se enfrentaban a su adversario, que encaraban con una objetividad y una concentración absolutas. Y es que sabían que para garantizar su victoria era necesario contar con una estrategia de combate imbatible.
Estos principios no sólo son aplicables en las artes marciales, sino que el uso de la técnica y la estrategia puede resultar fundamental para vencer a nuestros adversarios en cualquier ámbito. Pues tanto en los negocios como en la vida, nos enfrentamos a batallas constantemente y para resultar ganadores debemos contar con las herramientas adecuadas.
La obra de Miyamoto Masashi, el legendario samurái que jamás perdió un combate, analiza el proceso de lucha y dominio del conflicto que subyace en todos los niveles de la interacción humana y es uno de los textos más profundos jamás escritos sobre el arte de la confrontación y la victoria.
Desde la emblemática obra de Virginia Woolf, A room of one#s own, el cuarto propio ha sido un espacio de especulación y reivindicación política, símbolo de emancipación. Un cuarto propio se presentaba entonces como requisito para la escritura de las mujeres, como lugar para el tiempo propio y la concentración que todo ejercicio intelectual, liberador y creativo requieren. Un cuarto propio conectado se pregunta por la vigencia y redefinición de los espacios privados convertidos en nodos de una sociedad-Red, donde las dinámicas de la identidad y la subjetividad acontecen en un particular marco biopolítico y moral de relaciones materiales y simbólicas. En este ensayo, los espacios públicos y privados, mediados por las industrias tecnológicas, adquieren nuevos significados para la gestión de nuestras vidas. Desde la ubicación del cuarto propio, al valorar el uso y posibilidades del ciberespacio, este libro reflexiona, por un lado, sobre cómo las interfaces y estructuras de código y software con las que nos relacionamos en Internet (blogs, redes sociales, buscadores, sistemas de visualización y metaversos) nos condicionan y orientan hacia determinados imaginarios y formas identitarias; y, por otro, sobre cómo el sujeto conectado articula su esfera íntima y la construcción de un «yo» y de nuevos posibles «nosotr*s» en la Red.
La novela biográfica El ángel rojo cuenta la historia de Melchor Rodríguez García, delegado especial de prisiones de la II República española. Sevillano de nacimiento, Melchor Rodríguez fue un anarquista que prefería «morir por las ideas, nunca matar por ellas», y que demostró gran humanidad en la guerra civil española, salvando la vida de numerosos enemigos. Mientras en el lado franquista se exacerbaba la represión, Melchor lograba imponer el orden en la retaguardia republicana, parando las sacas de las cárceles, los paseos y los fusilamientos. Nombrado después concejal del Ayuntamiento de Madrid, le cupo la triste tarea de hacer entrega del consistorio a las tropas vencedoras a finales de marzo de 1939. Condenado por el nuevo régimen, cumplió cinco años de una condena de veinte. Hasta el final de sus días siguió siendo libertario. En total, Melchor estuvo 34 veces en la cárcel con la monarquía, la república y el franquismo. Su entierro, en febrero de 1972, consiguió unir a dos Españas irreconciliables: anarquistas y miembros del régimen que él había salvado en la guerra.