Dos años antes de su muerte, Harold Bloom inició una serie de cinco libros en los que realizaba un análisis literario, crítico y, ante todo humanista, de los personajes de Shakespeare. El primero se lo dedicó a Falstaff con quien Bloom se sentía especialmente identificado en su forma de amar la vida. «Si Hamlet es embajador de la muerte, Falstaff lo es de la vida», Bloom, quien interpretó al Caballero Gordo en los escenarios del British Art Center de Yale y, anteriormente, en Cambridge, Massachusetts, veía a Falstaff, y a sí mismo como uno de esos profesores sin colegas y con numerosos estudiantes. Influido por el personaje Shakesperiano, amó la vida, la gozó, y la enseñó. No quería discípulos académicos sino seres humanos capaces de leerse y cuestionarse.
El Liceo de Atenas, hoy en ruinas, puede presumir de haber sido uno de los lugares más significativos de la historia del pensamiento. Fue la sede de la escuela de Aristóteles. Allí el filósofo enseñó y discutió las respuestas a los misterios más profundos de la condición humana, y cambió nuestra forma de reflexionar.
Hoy puede resultar difícil comprender plenamente la asombrosa influencia de sus lecciones. Sin embargo, sus observaciones sobre el mundoy sus reflexiones sobre la naturaleza del conocimiento sentaron las bases de toda ciencia empírica. Sea lo que sea que nos preocupe o interese, es casi seguro que Aristóteles dijera algo extremadamente inteligente al respecto. Su estudio del pensamiento racional dio lugar a la lógica formal, piedra angular de la investigación filosófica; su examen de las ciudades-estado griegas inauguró la ciencia política; y su análisis del arte dramático sigue siendo un pilar de los cursos de literatura en todo el mundo.
El aclamado filósofo John Sellars nos embarca en un viaje a través del pensamiento de Aristóteles, haciendo revivir con entusiasmo sus ideas clave y demostrando que la capacidad de curiosidad del célebre filósofo sigue ofreciéndonos a todos una visión de la vida más plena. Sellars demuestra que las lecciones de Aristóteles aún tienen mucho que enseñarnos hoy.
Un antídoto epicúreo para la ansiedad.
¿Cómo vivir una vida feliz? Hace más de dos mil años, el filósofo griego Epicuro ofreció una respuesta simple: lo único que realmente necesitamos es placer. Hoy tendemos a asociar la palabra "epicúreo" con el exceso indulgente y el simple disfrute de la comida y el vino, pero el hedonismo ligero y la autocomplacencia decadente están a años luz de la vida placentera que perseguían Epicuro y sus seguidores, más preocupados por los placeres mentales y por eludir el dolor incluso en los tiempos difíciles. Su objetivo, en definitiva, era una existencia de tranquilidad y satisfacción.