San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianismo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece que por vez primera la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen incluye los libros VIII-XV, en los que inicialmente demuestra la inutilidad de los dioses tradicionales romanos, debate sobre teología con los filósofoos, sobre todo platónicos, y razona que los espíritus buenos desean adorar a un solo Dios. Finalmente, emprende su explicación cristiana de la historia, que comienza con el origen de la ciudad de Dios, de la creación del mundo al pecado original, y continúa con la relación de las dos ciudades: la de Dios y la terrenal.
Alcanzar a conocer y a comprender es un proceso bastante más complejo que el de alcanzar a juzgar; en especial si para juzgar algo o a alguien partimos no de lo que podemos llegar a conocer sino de lo que podemos llegar a sentir, es decir, de nuestros más altos o bajos sentimientos. Viene esto a cuenta o a cuento, cómo no, de este libro que lleva por título La caza y los toros y que no es tanto un defensa de la caza y de los toros sino una reconsideración histórica, una meditación de lo que la caza y los toros han representado en la vida española durante cientos de años y aun milenios. Libro este muy ameno, sugerente y comprensivo por el que muchos ciudadanos (como yo mismo, pacíficos e incluso mansos), sentimos gran afición (pese a no haber ido nunca a los toros ni practicado jamás la caza, excepto de erratas) aunque en nuestro bárbaro tiempo haya devenido todo esto en asunto polémico, casi peligroso. Nuestra edición cuenta con un resiliente y atinado prólogo de Víctor J. Vázquez, que no solo sabe de Ortega y Gasset sino también, cosa bastante más rara, de toros. A.L.
Esta última obra de Françoise Dolto es a la vez su testamento y uno de sus mejores trabajos. La célebre psicoanalista le imprimió, como siempre, su genio, su inteligencia visionaria y su generosidad de mujer y de madre.
Escrita desde la misma perspectiva y con el mismo método que La causa de los niños, ofrece una síntesis de informaciones, testimonios, experiencias, consejos y propuestas que permitirán a todos los padres y madres y educadores dar un nuevo giro a su diálogo con los más jóvenes. Así, temas como la huida del hogar, el suicidio, la droga, el fracaso escolar o la sexualidad dejan de ser tabúes para convertirse en un estimulante objeto de debate.
Dolto habla sobre los derechos y los deberes de los adolescentes y nos invita a penetrar en el universo de los chicos y chicas que tienen entre 10 y 16 años. Se trata de un último combate para ceder la palabra a aquellos que todavía no la tienen e introducir como objetivo prioritario, en el marco de una crisis general de la educación, el respeto tanto por uno mismo como por los demás.