La vida no es un problema a resolver. La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) muestra cómo podemos vivir vidas plenas y significativas al mismo tiempo que aceptamos nuestra vulnerabilidad y enfrentamos el dolor.
En este libro canónico, Steven C. Hayes expone las habilidades de flexibilidad psicológica que lo convierten en uno de los enfoques más poderosos que la investigación puede ofrecer. Se ha demostrado que estas habilidades ayudan incluso cuando otros enfoques han fallado.
¿Cómo ayuda la flexibilidad psicológica? Lo pasamos mal porque nuestra mente resolutiva nos dice que huyamos de lo que nos causa miedo y dolor. Pero nos duele donde nos importa, y si huimos de una sensación de vulnerabilidad, también deberemos huir de lo que nos importa. Aunque es una idea simple, va en contra de nuestros instintos y nuestra programación. Las habilidades de flexibilidad contrarrestan esas tendencias tan arraigadas; incluyen prestar atención a nuestros pensamientos con curiosidad, abrirnos a nuestras emociones, atender lo que está en el presente, aprender el arte de tomar perspectiva, descubrir nuestros valores más profundos y construir hábitos basados en lo que de verdad queremos.
Comenzando con la revelación que Steven Hayes tuvo durante un ataque de pánico, este libro es una narrativa poderosa de descubrimiento científico lleno de historias conmovedoras así como de consejos sobre cómo podemos poner en práctica las habilidades de flexibilidad de inmediato. Hayes nos demuestra que sentirnos plenos y pensar libremente nos lleva a comprometernos con lo que realmente nos importa. Finalmente, así, podemos vivir vidas que reflejen las cualidades que elegimos.
Dos años después del inicio de la pandemia, ya no hay ninguna duda sobre el fracaso de la gestión de la covid-19: medidas ineficaces, dañinas, autoritarias y sin justificación científica, basadas más en razones políticas que sanitarias, con maniobras represivas y mediáticas que han producido sumisión e infantilización en la población, desarticulando la sociedad, dividiendo y polarizando, potenciando el individualismo y la obediencia ciega. El mundo sale de estos dos años con graves secuelas, con cicatrices que muy difícilmente desaparecerán.
Es necesario poner fin al discurso de un virus amenazante que nos acecha a todos en cualquier lugar, listo para llevarse la vida de miles de personas de toda edad y condición: esa no es la realidad, ni lo ha sido nunca. Esa percepción aterradora ―amenaza omnipresente e indiscriminada―, producto de la propaganda, es el principal combustible que ha alimentado la pandemia. Es imprescindible acabar con esta sensación apocalíptica completamente injustificada.
En ningún momento se ha llevado a cabo un balance de las medidas adoptadas: ni en su incidencia en la reducción de contagios y decesos por covid, ni sobre las consecuencias en relación a otras enfermedades, la vida social, la salud psicológica, la educación, el empleo o la economía. La razón de esta falta de evaluación oficial es evidente: se trata de un balance impresentable.