El 3 de diciembre del 63 a.C. se produjo un debate en el senado de Roma para decidir el castigo para los cinco arrestados por su implicación directa en la conjura de Catilina. Gayo Julio César y Marco Porcio Catón defendieron puntos de vista antagónicos: mientras César defendía el derecho de cualquier ciudadano a no ser ejecutado sin un juicio; Catón exigía la inmediata ejecución de los cinco detenidos para evitar males mayores. A pesar de que Catón era un recién llegado al senado y cinco años más joven que César, después de su intervención los senadores rompieron a aplaudir y la moción de Catón quedó aprobada por una mayoría abrumadora. La propuesta de César había sido aplastada. Esta discusión sería el inicio de una rivalidad mortal entre ambos que se alargaría durante diecisiete años.
Durante siglos, muchos han argumentado que la caída de la República Romana tuvo sus raíces en la corrosión institucional.
¿Quién fue el mejor general, estadista y constructor de la nación romana? ¿César o Pompeyo? A lo largo de los siglos se han escrito tantas palabras sobre pocas personas como sobre Julio César, el brillante general que convirtió a la reina Cleopatra de Egipto en su amante. Ha cautivado la imaginación de dramaturgos, historiadores, soldados y emperadores. Poco se ha escrito sobre su aliado, yerno y eventual enemigo Pompeyo el Grande, que irrumpió en la escena romana como un victorioso general de veintitrés años y que, en el apogeo de su carrera, fue posiblemente más famoso, más popular y tuvo más éxito que César. César contra Pompeyo narra las vidas paralelas de Julio César y Pompeyo el Grande, a medida que sus vidas y amores se entrelazaban y se hacían interdependientes, a medida que pasaban de rivales a socios, y luego de gobernantes conjuntos a enemigos beligerantes. Uno se esforzó por preservar la República Romana, el otro la destruyó.
“Así siento que ha sido toda mi vida: un huracán, un torbellino, un tsunami arrasador que siempre me ha traído grandes alegrías, me las ha quitado, para volverme a traer más en este incesante vaivén. ¡O tal vez el huracán soy yo! Porque allá donde voy, me dicen que siempre se arma un revolú.” - Charytín
Desde una infancia dolorosa con complicados secretos familiares a un amor muy diferente al de las novelas, Charytín Goyco nos lo cuenta todo, con su peculiar tono cargado de drama y comedia a la vez.