Una reflexión radical sobre la primacía del goce desmedido en la sociedad capitalista contemporánea.
La vida contemporánea está definida por los excesos: siempre debe haber más, nunca nada nos parece suficiente. Es imprescindible un excedente de lo que necesitamos para disfrutar verdaderamente de lo que tenemos.
En El plus de goce, Slavoj Žižek argumenta que lo que excede nuestras necesidades es, por su propia naturaleza, insustancial e innecesario. Lo perverso de la cuestión, no obstante, es que sin dicho sobrante no seríamos capaces de disfrutar de lo sustancial y necesario, ni de identificar «la cantidad perfecta» para nosotros. ¿Hay alguna vía de escape al vicioso ciclo del plus de goce o estamos condenados a querer siempre más?
Referenciando desde la película Joker hasta canciones pop, desde Tomás de Aquino hasta la historia de las pandemias, Žižek sostiene que reconocer la sociedad de goce en la que vivimos tal como es puede proporcionarnos una explicación de los impasses políticos en los que nos encontramos hoy en día y plantea que si empezamos a reconocer, aunque sea un poco, que las perlas de «goce» que encontramos en el exceso son vanas y endebles, quizá podremos encontrar una salida.
Diez años después de su éxito mundial con Prisioneros de la geografía, un libro que nos descubre los nuevos territorios fundamentales para entender el mundo que nos viene.
Hoy sabemos cómo las montañas, los ríos, los mares y las construcciones moldean la historia y la política más allá de la voluntad humana. En Prisioneros de la geografía, Tim Marshall dibujó los límites físicos que determinan la geopolítica mundial. Sin embargo, las necesidades e intereses humanos se mueven más rápido que las placas tectónicas, y nuevas realidades geopolíticas emergen constantemente en una sociedad más multipolar que nunca.
En esta esperada secuela, descubrimos cómo Australia, Irán, Arabia Saudí, Reino Unido, Grecia, Turquía, el Sahel, Etiopía, España y el espacio juegan un papel fundamental en una era de creciente rivalidad política, donde emergen nuevas potencias y crece la dependencia en las alianzas con naciones más pequeñas. Marshall analiza cómo la ubicación geográfica y el acceso a recursos explican la crisis migratoria en Europa, la inestabilidad en el Sahel y la influencia de Oriente Próximo.
Esencial para comprender la complejidad de un mundo globalizado, este libro destaca el enorme poder que siempre ha tenido la geografía para modelar el pasado, el presente y el futuro de la humanidad.
En una época en la que los bulos y las "fake news" parecen haber colonizado las redes sociales hasta el punto de llegar a condicionar el debate público, parece más claro que nunca que estas mentiras que nos rodean no brotan de la nada como algo casual. La distorsión de la realidad, hasta el punto de generar la sensación generalizada de que nada es ya confiable, conecta de manera directa con los intereses de ciertos poderes que buscan socavar nuestras certezas. En "El poder de la mentira", el periodista Joan Julibert se interroga, en primera instancia, sobre el concepto mismo de «verdad», llegando incluso a sugerir la posibilidad de que no sea una idea absoluta y emplazándola, por tanto, al mismo nivel que la mentira. Así, en el contexto del debate sobre las noticias falsas, estaríamos hablando en realidad de una guerra de relatos interesados entre poderes establecidos y poderes emergentes, en busca de conquistar una hegemonía capaz de dominar y/o transformar la realidad. Nos hallamos, por tanto, frente a un ensayo que huye de lo convencional. Una guía para entender cómo se fabrican los relatos que moldean nuestra percepción de la realidad, y un alegato en favor de la necesidad de ganar la batalla de la credibilidad en la persecución y defensa honesta de la verdad. Una poderosa herramienta, en suma, para enfrentar las diversas manipulaciones a las que nos exponemos, en la era de la desinformación y el embuste.
¿Qué se siente cuando uno ve ondear la bandera de su país? A lo largo de la historia las banderas han representado las vivencias, esperanzas y sueños de millones de personas en todo el mundo. Las alzamos, las quemamos, marchamos bajo sus colores, y aún hoy en día, morimos por ellas.
En el libro, el autor abarca desde el ferviente sentido del nacionalismo en China, las dos Coreas, las identidades problemáticas de Europa y Estados Unidos, la influencia del simbolismo religioso ?como el aterrador mensaje del Estado Islámico?, las banderas de la libertad de la zona de África oriental y hasta la bandera blanca símbolo de rendición, la legendaria calavera pirata o la complejidad de la más global de todas ellas: la bandera de las Naciones Unidas.
En este momento el mundo es un lugar turbulento y es necesario entender los símbolos ?viejos y nuevos? por los que cada comunidad continúa movilizándose, exhibiendo hazañas o luchando por sus derechos. Tim Marshall se basa en más de veinticinco años de experiencia en reportajes por todo el mundo para mostrarnos las historias, el poder y la política de los colores que nos unen y nos dividen.
Una persona promedio pasa veintiséis años de su vida dormida. Ese tiempo se creó no solo para disfrutar los beneficios físicos del descanso, sino para participar de la presencia de Dios y acceder a su guía para nuestros días. En El poder de tus sueños, la pastora y presentadora Stephanie Ike Okafor muestra que todos somos soñadores. Junto con anécdotas personales de cómo los sueños la han equipado con conocimiento en momentos decisivos, Stephanie aporta herramientas prácticas para ayudar a recordar y discernir los sueños, identificar significados bíblicos de símbolos comunes y números, y reflexionar a partir de ciertos temas de discusión en cada capítulo.
El poder del objeto habla de la relación entre las personas y las cosas en la Baja Edad Media europea. A lo largo de sus páginas se presentan ejemplos diversos de cómo los objetos no solo fueron importantes para quienes los poseyeron y usaron, sino que ejercieron un poder efectivo sobre ellos. En un caso se trata del ajuar litúrgico legado por una mujer al monasterio en el que será sepultada; en otro, de las cajas, cofres y estuches que esconden y muestran lo más preciado de otras dos mujeres; en otros más, de las cadenas que fijan los libros por la geografía interior de varios monasterios, de los objetos que acompañan los rituales funerarios y activan los cinco sentidos, del ataúd vacío y el paño de oro en los que late la presencia de una ausencia, de la custodia en los coros femeninos capaz de transformar el espacio en un lugar de experiencia; o, por último, de los capazos de esparto, atestados de objetos, en los que fueron abandonados niños y niñas de meses o días a las puertas de un hospital. Todos ellos tienen algo en común, pues muestran de qué forma el objeto «mira», y porque mira ejerce poder y es capaz de construir, desde su materialidad, memoria y formas de representación.
Cuando usted aprende a aprovechar el poder del YO SOY, descubrirá habilidades únicas y ventajas que no sabía que tenía. Usted construirá la confianza en sí mismo para enfrentar cualquier obstáculo que se le presente. Invitará bendiciones inimaginables en su vida. Lo mejor de todo, usted se convertirá en quien Dios lo hizo ser, una increíble obra de arte original elegida por el Dios Altísimo para hacer grandes cosas.
Las imágenes generadas por el poder utilizan determinados motivos visuales bajo los cuales se oculta una suma de protocolos interesados que les proporciona su auténtico sentido. Ante esta constatación, los cuarenta capítulos y las dos adendas que conforman El poder en escena responden a la necesidad de ejercer de rastreadores de estos iconos de la esfera pública para descifrar así la naturaleza de estas imágenes que parecen rutinarias y espontáneas, y ante las cuales no solemos interrogarnos. Solo con hacerlo y detenernos en cada motivo para nombrarlo, ya se da un paso decisivo para reconocer su sesgo ideológico. Esos motivos visuales se generan desde el campo de la política, quizá los más notorios por su voluntad propagandística; desde la economía, siempre basados en la ocultación de su poder real; del poder judicial, otro ámbito donde la opacidad es norma; de los cuerpos policiales, que construyen motivos de aparente objetividad; o de algunos rituales sociales que se repiten de manera insistente y enigmática. El hecho de ahondar en los orígenes iconográficos de cada motivo –en el cine, la pintura, la fotografía o la arquitectura y sus posteriores ramificaciones– nos permite cuestionar las formas visuales que los distintos ámbitos de poder utilizan para autorrepresentarse. Y al mismo tiempo sirve para preguntarnos por la génesis y evolución de estas formas, dar testimonio de su falsa transparencia y devolver así una mirada crítica e irónica ante el poder que las genera.