La extensa y variada obra de Platón (h. 428-h. 347 a.C.) ofrece en El banquete un estilo y una configuración peculiares, condicionados por la elección del escenario (una conversación después de una comida) y la naturaleza del tema tratado (el amor, esencial y recurrente a lo largo de la obra platónica). Como señala Carlos García Gual, en este diálogo Platón despliega con habilidad literaria y versátil retórica un abanico de perspectivas que permite al lector advertir la complejidad de los enfoques posibles, para luego establecer, a través de la iluminada revelación de Diotima, su propia teoría, según la cual el impulso erótico se sublima en una escala dialéctica hacia esa idea de Belleza que es también el Bien.
Por su colosal ambición, que habría de destinarla a quedar inacabada, por su carácter de obra cumbre de su autor y por la influencia que, de un modo u otro, ha ejercido en la historia del mundo, El capital suele ser una obra más citada que leída, más imaginada que estudiada y, por supuesto, objeto de las más variadas manipulaciones, interpretaciones y descalificaciones. La presente antología selecciona lo fundamental de esta obra clave y anima a acercarse a ella con una perspectiva nueva, desprovista de prejuicios que permita valorar en su justa e importante medida la aportación de Karl Marx al debate económico.
Cuando Collón Burpo sobrevivió una apendicetomía de emergencia, su familia estaba rebosante de alegría por el milagro. Sin embargo, lo que les sorprendió fue la historia que emergió en los meses siguientes: una historia tan hermosa como extraordinaria, que detallaba el viaje de ida y vuelta al cielo de su hijo. Collón, que aún no tenia cuatro años, les contó a sus padres que había dejado su cuerpo durante la operación —y aulenlicó esa afirmación describiendo con exactitud lo que estaban haciendo sus padres en otro lugar del hospital mientras a él lo operaban. Habló de visilar el cielo y narró historias que le conlaron personas que encontró allí que nunca había conocido en vida, y reíalo eventos que habían ocurrido anles de que él naciera. También sorprendió a sus padres con descripciones y detalles poco claros sobre el cielo que correspondían exactamente con la Biblia, a pesar de que todavía no había aprendido a leer. Con encantadora inocencia y la audacia franca de un niño, Collón habla de encuentros con familiares ya ausentes por mucho tiempo. Describe a Jesús, los ángeles, y lo «muy, muy grande» que es Dios, y lo mucho que Dios nos ama. Narrado por su padre, pero usando las excepcionalmenle sencillas palabras de Collón, El cielo es real ofrece un vislazo al mundo que nos espera, donde Collón dice que: «Nadie es viejo ni nadie usa anteojos». El cielo es real cambiará para siempre la manera en que piensas sobre la eternidad, ofreciéndote la oportunidad de ver, y creer, como un niño.