«El tópico más rancio afirma que los periodistas son testigos de los acontecimientos; puede parecer a casi todos un anacronismo y acaso, en efecto, un solecismo moral. Pero el cometido del periodismo bien hecho consiste ciertamente en ser un testigo y no un fiscal; y en ese sentido Anderson, a diferencia de innumerables colegas, se ha mantenido fiel a su vocación».
David Rieff
Testigo de excepción de los acontecimientos cruciales de finales del siglo xx y principios del xxi y un referente mundial en el arte del perfil periodístico, Jon Lee Anderson es el célebre reportero de The New Yorker cuyas crónicas fundamentales reunimos por primera vez, en dos volúmenes, en el sello Debate. En este segundo tomo aparecen algunas de las figuras más relevantes, y en ocasiones controvertidas del último medio siglo desde el Che Guevara hasta Gabriel Boric, pasando por el rey Juan Carlos I, Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet o Muamar el Gadafi , así como otro tema esencial en la obra de Anderson: el impacto del hombre en la naturaleza. Crónicas en su mayoría inéditas en español y que son pequeñas obras de arte.
Considerado el heredero natural de Ryszard Kapuciski, los reportajes y perfiles de Jon Lee Anderson, además de mostrar una brillante dimensión literaria, son un fascinante reflejo del clima sociopolítico de nuestra época, pero también el valioso testimonio de un periodista comprometido con la verdad y dispuesto a participar en la historia.
Extraordinaria autobiografía vital e intelectual de uno de los grandes filósofos de nuestro tiempo.
Daniel Dennett, preeminente filósofo y científico cognitivo, dedicó su larga carrera a descifrar los misterios más espinosos y fundamentales de la mente. ¿Tenemos libre albedrío? ¿Qué es la conciencia y cómo surgió? ¿Qué distingue la mente humana de la de los animales? Sus respuestas han marcado profundamente nuestra era de pensamiento filosófico. He estado pensando traza el desarrollo del intelecto del propio Dennett y nos instruye sobre cómo podemos convertirnos cada uno de nosotros en buenos pensadores.
La incesante curiosidad de Dennett le lleva de su infancia en Beirut y las aulas de Harvard, Oxford y Tufts, a «cruceros cognitivos» en veleros, a los campos de Maine, y a grupos de reflexión de todo el mundo. Por el camino, se encuentra y debate con una serie de pensadores legendarios ―Douglas Hofstadter, Marvin Minsky, Gilbert Ryle, Stephen Jay Gould, entre otros― y revela los avances y errores de juicio que dieron forma a sus teorías. Pensar, sostiene Dennett, es difícil y arriesgado. De hecho, todo buen pensamiento filosófico va acompañado de desconcierto y solo cuando nos equivocamos encontramos, muy de vez en cuando, la manera de acertar.
Estamos hechos de tiempo, habitados por tiempos múltiples y heterogéneos que se cruzan, se interfieren, se entremezclan… La política, según Zenia Yébenes, tiene que dar cuenta de ello. La memoria, entendida como la inscripción y transmisión de distintos ritmos de tiempo de vida y de materia, se constituye como un elemento crucial que modifica nuestra relación con el mundo, transformando así nuestro modo de percibirlo. El hilo conductor de estas páginas es, entonces, la articulación del tiempo y el imaginario como aquello que permanece aún impensado en la relación de lo humano con la vida y la Tierra, bios y geos. Zenia Yébenes propone imaginar otro modo de política que contemple las diferentes formas de tiempo de las que estamos hechos. Tiempos que no sean los de la nostalgia del origen perdido ni los de la memoria traumática ni únicamente los de la memoria como ejercicio deliberado y crítico. Necesitamos otra forma de mirar lo que nos constituye: el día a día, lo ordinario, la inquietante intimidad con el tiempo de los animales, el tiempo de los muertos y también el tiempo de los dioses.
Hegel es hoy un filósofo incómodo. Incomoda la secreta vigencia de su pensamiento, su condición de rocoso contemporáneo clandestino contra el que, antes o después, topa cualquier filósofo vivo. Incomoda su prosa, inextricable para el lector común y extenuante para los iniciados. Incomoda la lucidez y crueldad de sus ideas, nada edificantes y completamente inservibles para manuales de autoayuda. Incomoda su defensa del trabajo filosófico como un descenso al infierno antes que como un camino de salvación.
Lejos de ser un estudio corriente, Hegel y el cerebro conectado nos muestra nuestro mundo actual bajo una perspectiva hegeliana. Slavoj Žižek analiza las consecuencias de la creación de un vínculo entre nuestros procesos mentales y una máquina digital y explora el concepto de singularidad al que da lugar el hecho de compartir con otras personas nuestras experiencias y pensamientos. El autor profundiza en la cuestión de cómo esto influye en nuestra experiencia y nuestra condición de seres humanos libres, explorando lo que sucede con el espíritu humano, con nuestra subjetividad y con la esencia misma de ser humanos cuando una máquina puede leer, procesar y descomponer nuestros pensamientos.
Con su característico brío y entusiasmo, Žižek pone a Hegel en relación con el mundo en el que vivimos y nos muestra por qué es mucho más interesante de lo que la gente cree, y por qué el siglo XXI podría ser hegeliano.
Una profunda exploración teórica de la filosofía hegeliana en torno al poder que nos permite realizar un análisis crítico del espíritu de Hegel.
Al examinar la filosofía de Hegel en función del fenómeno del poder, esta obra sondea su núcleo mismo: el poder no es un componente marginal del sistema hegeliano sino su confi-guración interior. Por tanto, ha de ser presentado en toda su complejidad, con todo su resplandor y también con sus límites, porque el poder no siempre se manifiesta en la coacción, la opresión o la violencia. Por el contrario, su auténtica manera de expresarse es en la concordia. Así, el poder se vincula con el otro: habilita al uno a continuarse en el otro. Favorece así una continuidad del sí-mismo.
Frente a la palabra del poder, que se presenta como término de libertad o como palabra de amor, Byung-Chul Han pretende hacer visible un concepto completamente distinto que brilla a pesar de -o incluso gracias a- la ausencia de poder: la amabilidad.
En Hegemonía sexual, Christopher Chitty rastrea los quinientos años de historia de las relaciones sexuales capitalistas. Se trata, en este sentido, de una verdadera arqueología de la dinámica de clase burguesa por regular la homosexualidad, pero también de las formas de resistencia y lucha de clases en ese ámbito. Tras las huellas de la politización de la homosexualidad masculina en la Florencia del Renacimiento, en Ámsterdam, París y Londres entre los siglos XVII y XIX, así como en la ciudad de Nueva York durante el siglo XX, Chitty muestra cómo la sexualidad se convirtió en una dimensión crucial de la acumulación de capital, al igual que en una importante técnica de dominio burgués. Ya sea por medio del control de la sodomía masculina durante el gobierno de los Médici en Florencia, o de la reiterada acusación contra la aristocracia francesa de practicar una sexualidad monstruosa en la Revolución francesa, la burguesía usó tanto la restricción como la libertad sexual para producir y controlar a las clases trabajadoras, transformándolas en una herramienta de producción fiable, subordinada a la sociedad civil y al Estado. De este modo, al abordar la sexualidad como un campo de contienda social, esto es, como un espacio privilegiado de la lucha de clases, Chitty nos propone embarcarnos en una política que destruya la sexualidad como herramienta y efecto del poder.
La obra de Martin Heidegger ha fascinado a arquitectos y teóricos de la arquitectura; ha influido en los proyectos de arquitectos tan diversos como Peter Zumthor, Steven Holl, Hans Scharoun y Colin St. John Wilson.
La influencia de Heidegger en la cultura arquitectónica ha sido inmensa. Sus críticas a la tecnología, la importancia que otorgó a la experiencia emocional y corporal, y sus nociones del 'habitar' y del 'lugar' han determinado el ejercicio profesional y la crítica. Su colaboración con el régimen nazi en Alemania ha puesto en tela de juicio su pensamiento; pese a ello, en la arquitectura, el legado de su pensamiento es omnipresente.
Esta breve introducción es ideal para arquitectos, estudiantes de arquitectura en asignaturas de Proyectos y estudiantes que asisten a cursos de teoría e historia de la arquitectura.
Heidegger significa la irrupción singular de la filosofía en el siglo XX: pero no como una doctrina acerca del ser y sus principios, sino como su pensada destrucción. En consecuencia, no existe tesis alguna de Heidegger, ni siquiera una obra escrita constituida, sino más bien un trayecto que no se deja reducir a enunciado definitivo y que por eso se puede llamar «hermenéutica»: el «trayecto Heidegger», siempre en litigio con el significado de metafísica, es indisociable de la lectura de Aristóteles, Kant, Heráclito, Parménides, Nietzsche... o Sófocles, Píndaro y Hölderlin. Arturo Leyte recorre la continuidad de ese camino desde "Ser y tiempo" hasta los escritos sobre la metafísica, el arte, la técnica, el humanismo y los griegos, contra una imagen mitificada que impide reconocer su propia originalidad contemporánea. Nueva edición revisada.