La paz en la comunidad internacional es para Hans Kelsen una meta alcanzable por medio del derecho. Para lograr ese ansiado fin resulta fundamental limitar drásticamente las posibilidades del uso ilegítimo, pero también legítimo, de la guerra, o mejor aún, sustituir definitivamente ese instrumento primitivo de resolución de conflictos por una jurisdicción internacional capaz de hacer hablar el lenguaje del derecho frente al lenguaje de la fuerza.
La cultura moderna es extensa y sofisticada, gigante en sus conocimientos y fuerte en su antropología, y muestra una sorprendente adaptabilidad y apertura para absorber, aclarar y unir. Sin embargo, en la actualidad se presenta a menudo separada de la fe que le dio vida, y sin la cual no es posible sobrevivir: se vuelve así frágil, cada vez más incapaz de adaptarse y unir.En la práctica, muchos aspectos de la cultura y de la vida pública sufren de racionalismo, individualismo, desigualdad, discordia e ingratitud. Tratamos de vivir aislados de nuestros semejantes, incapaces de reconocer el mundo y la vida que disfrutamos como regalos de Dios. El autor muestra cómo la cultura desafía a la fe, exigiendo de ella respuestas razonables; y cómo la fe desafía a la cultura actual, denunciando su fragilidad y planteando a su vez nuevas e interesantes preguntas.