Creer, como concepto, es un misterio sin el cual no podríamos vivir. En un mundo lleno de certezas aparentes y dogmas rígidos, este libro nos invita a emprender el camino hacia la duda, la introspección y la búsqueda de una espiritualidad real.
Josué Moreno mezcla como nadie religión, filosofía, teología y práctica espiritual. Gracias a sus reflexiones y narrativas personales, en Dios y el misterio de creer el lector se planteará cuestiones acerca de la fe (tanto si es ateo, escéptico o religioso), la persecución de la verdad sin sesgos ni conclusiones precipitadas, o el acercamiento al concepto de Misterio a través de los grandes pensadores de la historia.
Se trata de un libro reflexivo, pero asequible y práctico. Esta obra desafía a abrirnos a la incerteza y a la observación desprejuiciada, y a descubrir una espiritualidad plena y, sobre todo, real.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el mundo fue un lugar mágico y encantado gobernado por fuerzas que estaban más allá de nuestra comprensión. El auge de la ciencia y la división de la mente del mundo por Descartes hicieron del materialismo nuestro paradigma dominante, en el proceso se preguntó si nuestra propia conciencia, es decir, las almas, podrían ser ilusiones. Ahora, el inexorable auge de la tecnología, con inteligencias artificiales que superan nuestra comprensión y control, y la difusión de metáforas digitales para la autocomprensión, las cuestiones centrales de la existencia (identidad, conocimiento, la propia naturaleza y el propósito de la vida misma) requieren urgentemente un replanteamiento. Meghan OGieblyn aborda este desafío con rigor filosófico, alcance intelectual, brío ensayístico, originalidad refrescante y un irónico sentido de la contradicción. Se basa profundamente y a veces con humor en su propia experiencia personal como antigua creyente religiosa todavía obsesionada por cuestiones de fe, y sirve como la mejor guía posible para navegar por el territorio en el que todos estamos entrando.
El hombre es un ser temporal, pero participa de la eternidad y es constantemente educado por ella. Los discursos reunidos en este volumen meditan sobre algunas de las principales enseñanzas que lo eterno -o sea, el bien- imparte al hombre. Estas enseñanzas han de ser creídas, pues lo eterno no se deja atrapar en las redes del entendimiento humano. Dicho con la maravillosa imagen empleada aquí por Kierkegaard: El bien enseña al que se esfuerza, le ayuda, pero sólo como lo hace la madre amorosa cuando enseña al niño a andar solo: la madre está a una distancia tal que en realidad no puede cogerlo, pero tan pronto como este se tambalea, ella se inclina rápidamente como si lo fuera a agarrar.