Un piolet y un grito desgarrador son los elementos que cargan
de dramatismo el instante en el que Ramón Mercader
acabó con la vida de Trotsky, una historia que se ha convertido
en uno de los mitos de nuestro tiempo. Este es sólo un
episodio más del increíble devenir de la familia Mercader,
narrado aquí como si de una novela se tratara, y en el que
no es Ramón, sino su madre Caridad, quien emerge como la
figura principal de esta convulsa crónica del siglo xx.
Caridad fue una mujer deslumbrante y seductora, una Lady
Macbeth capaz de mover los hilos de la historia y una agente
al servicio del espionaje soviético. Su misión más importante:
lograr que su hijo se fugara de la prisión en la que había
sido recluido por su crimen.
Compleja y fascinante, Caridad Mercader es el hilo conductor
de este libro por el que se cruzan algunos de los
personajes y sucesos más relevantes del siglo pasado y
que nos permite reflexionar sobre las paradojas de la condición
humana.
¿Qué es la ética? ¿De dónde vienen nuestros valores morales? ¿Se basan en emociones, en la razón, o más bien en una especie de sentido innato de lo correcto e incorrecto? Para muchos científicos, la clave para responder a estas preguntas reside exclusivamente en la biología, y en especial en las teorías darwinistas sobre evolución y supervivencia. Pero si la evolución no es sino una constante lucha por sobrevivir, ¿por qué existe el altruismo? En su ya clásico estudio "El círculo en expansión", Peter Singer defiende que, aunque el altruismo tiene su origen en el impulso transmitido genéticamente de proteger a nuestros semejantes y a los demás miembros de nuestra comunidad, se fue desarrollando hasta dar lugar a una ética consciente que impulsa un círculo moral en expansión. Así, y partiendo tanto de la filosofía como de la psicología evolutiva, el autor demuestra que la ética humana no puede explicarse sin trascender la biología, puesto que es nuestra razón la que posibilita el progreso moral. Esta edición presenta un nuevo epílogo en el que, a la luz de los recientes descubrimientos en el campo de la evolución de la moral, Singer retoma y actualiza algunos de sus argumentos.
La Roma imperial fue un estado guerrero. El Coliseo (inaugurado en el año 80 d.C.) fue el monumento de Roma a la guerra. Como una catedral de la muerte, se alzaba sobre la ciudad e invitaba a sus ciudadanos, 50,000 a la vez, a presenciar juegos gladiatorios asesinos. Ahora es visitado por dos millones de personas al año (Hitler estuvo entre ellos). Dos destacados historiadores clásicos cuentan la historia del mayor anfiteatro de Roma: cómo se construyó; los juegos gladiatorios y otros eventos que se celebraron allí; el entrenamiento de los gladiadores; los espectadores que disfrutaban de los juegos, los emperadores que los organizaban y los críticos; y la extraña historia posterior: el Coliseo ha sido fortaleza, almacén, iglesia y fábrica de pegamento.