Después de «Ser y tiempo», Martin Heidegger encontró en los griegos la inspiración de su «camino del pensar». No solo rememoraba así la vuelta a Grecia de un Friedrich Hölderlin, sino que adoptaba el gesto radical de Friedrich Nietzsche, quien buscó recuperar la filosofía trágica de los griegos anterior a Sócrates. En los presocráticos verá también Heidegger esa alba de la filosofía cuya comprensión del mundo y del lenguaje fue olvidada por la metafísica occidental. Las lecciones aquí editadas fueron impartidas en el semestre de verano de 1932. En ellas, al hilo de los fragmentos, se da una interpretación de dos de los pensadores presocráticos más significativos en «el comienzo de la filosofía occidental». La célebre «Sentencia de Anaximandro» y el no menos famoso «Poema de Parménides» son textos fundacionales del discurso filosófico en los que ocupan un lugar central, por primera vez, nociones como Justicia, Verdad o Ser.
En abril de 1775, la revuelta de las trece colonias estadounidenses contra la metrópoli británica fue como un disparo que, en expresión de Ralph Waldo Emerson, se escuchó en el mundo entero: comenzaba entonces una guerra que en pocos años condujo a la independencia de Estados Unidos; a su vez, en 1789, Francia tomaba el testigo revolucionario y pronto terminó con el Antiguo Régimen y una monarquía milenaria. Los ideales ilustrados de progreso, libertad e igualdad abrían de este modo perspectivas inusitadas al género humano que solo quedaron detenidas en 1799 con el acceso de Napoleón al poder. Los avances técnicos y científicos ponían en entredicho tradiciones y viejas supersticiones; la razón reemplazaba los dogmas de la religión; los grandes viajeros traían noticias de lejanos escenarios y modos de vida exóticos; los filósofos ideaban nuevas formas de contrato social y músicos como Mozart creaban obras inmortales mientras se rebelaban contra las tutelas de los poderosos. Pero ¿qué pensaban y sentían en este acelerado periodo personajes como María Antonieta o Robespierre?, ¿qué bullía en la mente de autores como Goethe, Schiller o Mary Wollstonecraft?, ¿qué ideas tenía el presidente George Washington sobre la esclavitud?, ¿cómo se produjo el motín del Bounty en el Pacífico Sur y qué consecuencias tuvo? Esta obra extraordinaria refleja las andanzas y peripecias de innumerables personajes que protagonizaron este momento estelar de la humanidad: artistas, escritores, políticos, pensadores, aventureros, viajeros, visionarios y algunos farsantes, todos ellos contribuyeron a crear los fundamentos y valores de un mundo que es también el nuestro.
¿Quién maneja los hilos? ¿Quién se esconde tras lo que vemos? ¿Quién se beneficia en último término? Ante la abrumadora complejidad de nuestro presente globalizado, cada vez son más las personas que se plantean este tipo de preguntas. El mundo es cada vez más indescifrable, así que por fuerza ha de tener un lado oculto, una suerte de reino secreto dentro del Estado y del Nuevo Orden Mundial en el que se forjan planes, se manipula la información y se controlan los pensamientos. Ya no se trata de una mera intriga.
Donatella Di Cesare diagnostica la teoría del complot como uno de los síntomas de una sociedad democrática en su mayor parte despolitizada. El complotismo es la forma en que los ciudadanos, impotentes ante un poder tecnoeconómico sin rostro, se relacionan con el mundo. Es por eso que las teorías del complot, manifestación del gran vacío en el corazón de la democracia, son una temible arma de despolitización masiva. En este l.cido y original ensayo, la filósofa italiana indaga tanto en el trasfondo histórico como en los aspectos más actuales de este fenómeno global. Al hacerlo, no rechaza el pensamiento conspirativo como una simple quimera o una falacia argumentativa, sino que se esfuerza por comprenderlo y reconceptualizarlo, reflexionando sobre los motivos por los que el complotismo acecha a una comunidad fragmentada como el espectro de un poder sin rostro.