Rüdiger Safranski nos presenta a Kafka ante la tarea de escribir y se acerca así al secreto de unos textos que presagiaron en gran medida la condición humana de nuestro tiempo. En las cartas y otros documentos del genial autor, Safranski descubre los momentos de felicidad que Kafka experimentaba ante su escritorio, y también aquellos instantes en los que el mundo se le aparecía como completamente extraño y ajeno. A partir de semejantes experiencias en el límite, las obras de Kafka se entienden entonces con una fuerza insólita. Kafka, de Safranski, nos conduce de forma magistral al centro de una obra literaria que se cuenta entre las cimas de la literatura universal. Para el autor de El proceso o El castillo, escribir fue la existencia misma; la escritura significaba para él mucho más que realizar una obra perfecta, pues solo en aquella encontraba Kafka un refugio ante la culpa y las miserias del mundo.
Un viaje a la destrucción con un AK-47 en la manoEste no es un libro sobre un arma. El kaláshnikov es mucho más que eso: el triste emblema de la discordia y la muerte. Barato y fácil de manejar, apenas cuarenta dólares y tres kilos de peso, no hay conflicto bélico en el que no haya participado el fusil de asalto inventado por Mijaíl Kaláshnikov hace casi 80 años. Kaláshnikov lleva a cabo un repaso por las infames acepciones que ha tomado la maldad humana en todos aquellos conflictos, revoluciones y asaltos al poder en los que el famoso fusil ha sido protagonista. Lo usaron los vietcong contra los norteamericanos y los talibanes frente a los propios soviéticos, lo empuñaron tiranos como Sadam y niños obligados a combatir, y aparece representado en las banderas de Mozambique y de Hezbolá. El AK-47 es «la herramienta perfecta, el instrumento del Mal contemporáneo. Siempre sale fortalecido de todas las guerras, sea quien sea el vencedor». Domenico Quirico, veterano reportero italiano, viaja en esta obra hasta los albores de la Guerra Fría y rastrea el olor a destrucción que llega hasta el presente.
De madre india y padre jamaicano, Harris se ha convertido en una de las líderes más poderosas de su país y en una pionera: fue la primera mujer en ocupar el cargo de fiscal general del distrito de San Francisco, la primera mujer en ocupar el cargo de fiscal general del estado de California, la primera senadora negra en representar California en la Cámara Alta y la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos. Tras cuatro años en La Casa Blanca a la sombra de Biden, la repentina renuncia del presidente a la candidatura demócrata en plena campaña la arrojó a la tarea más difícil. Kamala Harris es consciente de lo que su trayectoria simboliza. Este perfil es una pequeña incursión en la vida de una mujer dispuesta a cambiar la historia.