Lo llamamos populismo y eso hace que suene bien, al menos para quienes no recuerdan el pasado. ¿Por qué no habría de prevalecer la voluntaddel pueblo sobre todo lo demás No cabe duda de que el resultado de una votación es la volonté générale, dijo Rousseau, creyendo haberresuelto de esta manera el problema de la no-libertad en un colectivo. Sin duda, el populismo es algo Bueno y General, ¿no Puede que así loparezca, hasta que de pronto se nos agolpan en la cabeza vagosrecuerdos de Huey Long, Juan Perón y Benito Mussolini. En sumaravilloso libro, Jeffrey Tucker llama al populismo de derechas porsu nombre, es decir, fascismo, o, en su versión alemana, nacionalsocialismo: nazismo. Por supuesto, el término fascismo está corrompido por el uso promiscuo que ha hecho de él la izquierda, y también losnihilistas Antifa que apedrearon e insultaron en Berkeley a la policía y a quienes se manifestaban pacíficamente tras la última delpresidente Trump. Tucker rescata la palabra fascismo para usarla en el contexto actual. Y es justamente el término que necesitamos, conurgencia.
Siguiendo la huella de los canes cervantinos, Cipión y Berganza, y de las perras Fina y Franca de Rosario Ferré, Lina Meruane organiza en este ensayo-ficción su propio coloquio sobre las tensiones que asaltan a los feminismos contemporáneos. Sus perras callejeras –la vieja quiltra chilena #Lina# y la joven chucha española #Luna# –debaten qué implica la liberación de los cuerpos: tener o no crías, exaltar o no la desnudez, aceptar y practicar las transiciones de toda especie, e incluso legitimar el perreo vis a vis una violencia sexual, sicológica y simbólica todavía impune dentro y fuera de los libros.
Este diálogo desenfadado, a ratos un fiero contrapunteo generacional, es, sobre todo, un alegato a favor del examen crítico y de la refutación en vez de la cancelación de los argumentos adversos.
Las recetas de los mejores economistas del mundo para acabar con el mayor problema de nuestro tiempo
La desigualdad económica es el problema crucial de nuestro tiempo. En Estados Unidos, el 1 por ciento más rico de la población tenía, en la década de 1970, el 25 por ciento de la riqueza. Hoy posee casi el 40 por ciento. El porcentaje de hijos que ganan más que sus padres ha pasado del 90 por ciento en la década de 1940 a alrededor del 50 por ciento en la actualidad.
En Combatiendo la desigualdad, algunos de los economistas más relevantes del mundo nos traen buenas noticias: contamos con las herramientas para revertir este aumento de la desigualdad.
Renombrados economistas como Daron Acemoglu, Gabriel Zucman, Peter Diamond, Philippe Aghion o David Autor explican cuáles de esas herramientas son más efectivas. En general, están de acuerdo en que debemos diseñar políticas públicas contra la desigualdad económica; también en que la desregulación y los estímulos económicos no bastarán.
Sin embargo, hay otras cuestiones que suscitan debate: ¿funcionarán mejor las políticas de redistribución o las de predistribución? ¿Será necesario subir los impuestos? ¿Es mejor aumentar los ingresos con impuestos sobre la riqueza, como el de patrimonio, o con tasas que recaudan mucho, como el IVA?
Además, los autores abordan los aspectos filosóficos de la desigualdad: ¿es mala en sí misma o lo son sus consecuencias? ¿Cuáles son los riesgos y los beneficios de intervenir para cambiar el modelo productivo o alterar el comercio? ¿Hacia dónde deberían orientarse las políticas del futuro?
Dios tiene un plan y un propósito para cada uno de nosotros y puede convertir las cosas en buenas independientemente de la situación que enfrentamos. Estos dos principios clave, arraigados en las Escrituras y evidenciados en las vidas de los cristianos a través de las épocas, deberían colorear los lentes a través de los cuales todos los seguidores de Cristo ven la adversidad. En Cómo avanzar en la adversidad, el doctor Charles Stanley proporciona una nueva perspectiva sobre las pruebas que enfrentamos, revelando qué preguntas hacer y qué lecciones podemos aprender de estos tiempos. Entender el papel de Dios y fortalecer nuestra valentía pueden ayudarnos a avanzar a través de la adversidad en lugar de ser vencidos por ella.
Todos nos encontraremos con momentos difíciles. No hay escapatoria. Eso es lo que significa ser humano. Pero ¿y si hubiera una forma de hacer más fáciles esos momentos difíciles? En eso consiste el estoicismo.
Esta corriente filosófica griega tiene tanto que ofrecernos ahora como lo tuvo hace 2000 años: su propósito era ayudarnos a vivir mejor. La regla de oro del estoicismo es que solo tenemos control sobre nuestra manera de reaccionar a los acontecimientos.
Llevando la filosofía estoica a la vida cotidiana, Ben Aldridge explora los 10 principios estoicos clave y cómo pueden ayudarte a construir una vida más resiliente.
Las escuelas filosóficas de la Grecia clásica, como el estoicismo, el epicuerísmo o el escepticismo, proponían ante todo un arte de vivir basado en el control de los impulsos y las emociones, en la meditación sobre lo que depende, o no, de nosotros y en una búsqueda reflexiva de la felicidad. Más que ofrecer un conjunto de doctrinas y teorías, sus enseñanzas aspiraban a conquistar una sabiduría práctica fundada en el discernimiento racional, en el análisis sereno de la situación personal, en el dominio de la ira y la superación de angustias innecesarias, y en lograr una conexión más real con la naturaleza. En suma, en la conquista de un sí mismo verdaderamente auténtico y libre.
He aquí, pues, un auténtico taller de filosofía, un manual, no de historia del pensamiento sino de cómo aprender a filosofar, lleno de lecciones, ejercicios y sugerentes casos prácticos de lectura y escritura, de escucha y concentración, extraídos de autores como Epicuro, Séneca o Marco Aurelio, y vertidos en un lenguaje claro y accesible.