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MARIA ANTONIETA

María Antonieta de Austria, reina de Francia y consorte de Luis XVI, ha pasado a la historia como una monarca derrochadora, manipuladora, superficial e insensible a los sufrimientos de su pueblo. De hecho, en la construcción de su figura siempre suele recurrirse a la anécdota en la que, ante la falta generalizada de pan en París, la reina respondió "que coman pasteles", un desplante que habría servido por sí solo para justificar cualquier revuelta social en una época convulsa, construida sobre la desigualdad. Sin embargo, ¿cuánto hay de cierto en este cruel retrato de la última reina de Francia? ¿Fue María Antonieta la víctima de una campaña de desprestigio a cargo de los panfletistas de la Revolución?
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MARIA DE MAGDALA

«Ha sido difícil y a la vez muy hermoso meterme en la piel de María de Magdala, una mujer a la que siempre he admirado y respetado. Ella fue testigo de la resurrección del Señor y encargada por Él de comunicárselo a los demás. En esta novela la he imaginado como una mujer fuerte, inteligente y valiente que deseaba ser protagonista de su propia existencia en una sociedad en la que las mujeres no significaban nada. Tras el encuentro con Jesús, el amor de su vida, todo su interior se trastocó y de su horizonte existencial desaparecieron las sombras. Somos muchas las mujeres que hoy, en pleno siglo xxi, la consideramos un modelo a seguir». María Teresa Álvarez
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MARIA, CAMINO DE PERFECCION

Amar, para un cristiano, es amar como amó Cristo. La Iglesia, buscando un modelo para imitar, ha fijado su atención en María, la Virgen Madre. Ha encontrado en ella un camino, un ejemplo, un estilo de vida que resultaba atractivo y más fácil de comprender. Son millones los hombres y mujeres de todas las épocas de la historia que han llegado a Jesús a través de María. La imitación de María, el seguirle a ella como modelo de vida cristiana, está justificada por lo tanto no solo por la secular tradición de la Iglesia y por el hecho de que millones de cristianos han alcanzado la santidad poniendo sus pies en las huellas de la Virgen, sino por la más elemental lógica, por el más básico sentido común. La imitación de María es un auténtico camino cristiano, un difícilmente mejorable camino de perfección. María, la primera creyente, la primera discípula, coge todo afecto dirigido a ella y lo pone a los pies de su divino Hijo. A todo aquel que llama a su puerta buscando un apoyo y un consejo, le coge con su dulce mano de Madre y le acompaña a presencia de Cristo para ir juntos detrás de Él, imitándole a Él. Me propongo en este libro ofrecer unas pautas para vivir una espiritualidad mariana, una espiritualidad de la imitación de María. Una imitación que nos conduzca a Jesús. Un seguimiento de la Madre que nos lleve siempre a amar más, a conocer mejor al Hijo. Cristo es el punto final, el término del viaje. Ella, la dulce Madre, es la compañera de camino, la que nos enseña, como nadie puede hacerlo, a recorrer el sendero que conduce a su Hijo, a Dios.
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