Paolo Virno constata lo evidente: las formas de vida contemporáneas están marcadas por la impotencia. Sea que esté en juego un amor sin igual o la lucha contra el trabajo precario, una parálisis frenética aprisiona la acción y el discurso.
No se logra hacer aquello que conviene y se desea, y al mismo tiempo no somos capaces de sufrir de manera apropiada los golpes a los que estamos sometidos. Pero allí donde parece haber una falta, el filósofo italiano encuentra un exceso de competencias y habilidades. Saboreamos la potencia, pero no la podemos volver acto; situación que genera todo un catálogo de pasiones tristes: arrogancia manchada de abatimiento, timidez descarada, alegría por los naufragios, resignación beligerante, solidaridad refunfuñante.
¿Cómo conjurar colectivamente esta parálisis ansiosa que coloniza la acción y el discurso al punto que inhibe hasta la capacidad de padecer? ¿Mediante qué hábitos e instituciones comunes es posible escapar del agotador estado de impotencia crónica, de la disposición taquicárdica y precarizante a estar «siempre listos»?
Pocos males afectan tanto al ser humano como la ira, que daña al agredido y al colérico, y que es capaz de extenderse como una plaga. Este es uno de los mensajes que supo transmitirnos Séneca en sus diálogos. El filósofo expone, también, de forma clara cómo vivir con serenidad y calma ante circunstancias adversas, para lograr la tranquilidad del alma y apartar la ansiedad. Sus argumentos nos resultan hoy de tremenda actualidad cuando los vemos coincidir con los de quienes nos aconsejan sobre el bienestar personal. Sus palabras, a la vez, nos sumergen en el quehacer cotidiano de la Roma antigua. Todo un lujo.
«La cólera hiere a todos, pero no todos se sienten heridos por lo mismo. Conoce tu debilidad y podrás proteger te mejor de la ira.»
Maggie Nelson nos propone un replanteamiento de la libertad basado más en el respeto a los demás que en una idea maximalista o abstracta.
En esta época en que los sectores más reaccionarios de la sociedad hacen bandera de un concepto sesgado de la libertad, distorsionando, manipulando y apropiándose de su significado, parece indicado aplicar una estricta crítica del lenguaje y descubrir que, en el fondo, sean cuales sean las confusiones que provoca hablar de la libertad, esencialmente no difieren de los malentendidos a los que nos arriesgamos al hablar de cualquier otra cosa. Este es el tema básico de este libro, que se aleja de cualquier elucubración metafísica para proponer una filosofía «práctica», en la que el peso de la actualidad no impide la reflexión ni la lucidez, sino que aporta una luz que arranca esa palabra de cualquier supuesto o idea recibida.
La polifacética Maggie Nelson nos propone un replanteamiento del concepto de libertad desde la óptica de las cuestiones más acuciantes del momento, como la pandemia, el debate en torno al consentimiento sexual o el cambio climático, la discriminación racial, la droga como elemento que puede liberarnos o esclavizarnos (a veces al mismo tiempo) o el papel del artista a la hora de crear de manera «responsable». Centrándose en la dialéctica entre libertad y restricción, en este volumen de género fluido confluyen la filosofía, la sociología, la crítica de arte y la reivindicación de una libertad sexual no agresiva y carente de género y etiquetas.