En una época en la que el romance parece algo efímero y las relaciones caen una y otra vez en la trampa del ciclo del enamoramiento y el desencanto, ¿cómo saber si hemos encontrado el amor verdadero o estamos atrapados en el subidón químico del enamoramiento?
Al principio solo era un pequeño volumen que su autor, James Redfield, publicó por su cuenta y riesgo. Pero muy pronto todos estaban hablando de Las nueve revelaciones como del libro que cambiaría nuestra visión acerca del destino humano. Una década más tarde, lleva vendidos casi seis millones de ejemplares en treinta y dos países.
La historia que Redfield nos cuenta habla de un antiguo manuscrito escondido en la selva peruana, que guarda en sus páginas nueve revelaciones esenciales para comprender el presente y enfrentarse al futuro. La búsqueda del texto perdido supone un gran esfuerzo no exento de riesgos, pero la tenacidad de un pequeño grupo de sabios aventureros pondrá por fin en manos de todos estas claves de un mensaje simple y directo que apunta a nuestra espiritualidad y puede abrir un nuevo capítulo en nuestras vidas.
Esta historia comienza en las tinieblas y avanza gracias a la superación, el optimismo y la inspiración. Emma Larreta narra su vida, con sus errores y sus aciertos, pero sobre todo relata cómo todo cambió aquel día en el que su vida pendió de un hilo.
Tras este episodio, y mientras se recuperaba de unas secuelas que le causaron discapacidad permanente, comenzó una exitosa carrera como activista y concienciadora social. Se encomendó la tarea de poner rostro a la violencia y a través de sus talleres llevar a la juventud hacia la reflexión y superación de esta lacra mundial. Hoy, 17 años después, se ha convertido en un referente en nuestro país.
Una guía inspiradora que nos enseña que la adversidad puede ser una oportunidad para transformarnos en personas más fuertes y bellas.
Una guía inspiradora que nos enseña que la adversidad puede ser una oportunidad para transformarnos en personas más fuertes y bellas.
Kintsukuroi es el arte japonés de recomponer lo que se ha roto. Cuando una pieza de cerámica se rompe, los maestros kintsukuroi la reparan rellenado las grietas con oro o plata resaltando de este modo la reconstrucción, porque una pieza reconstruida es símbolo, a su vez, de fragilidad, de fortaleza y de belleza.
Sanar no es un evento aislado. Es un proceso que suele surgir tras un acontecimiento doloroso que sacude nuestra visión del futuro, como la pérdida de un ser querido. Sin embargo, el verdadero desafío consiste en transformar ese impacto en un despertar que nos saque de la inconsciencia, obligándonos a dejar caer nuestras máscaras y a redescubrir nuestro ser más auténtico y sincero.
En este nuevo libro, Brianna Wiest comparte más de 45 textos que nos muestran el camino hacia nuestro refugio interior, ayudándonos a experimentar una transformación verdadera. Esto implica aceptar el dolor y abrazar nuestra vulnerabilidad, ya que la auténtica sanación solo ocurre cuando somos capaces de soltar y abrirnos a una vida llena de esperanza y posibilidades. Las palabras de Brianna son un bálsamo para todas las almas en búsqueda de su propia realización.
La clave para compartir tiempo de calidad en familia es la forma en que sorteamos los pequeños obstáculos que se presentan en la rutina: cómo solventamos las dificultades diarias, cómo nos comunicamos con nuestros hijos, cómo establecemos límites y normas, y mantenemos la armonía sin recurrir a gritos ni castigos.
La psicóloga Mariana Capurro, especializada en disciplina positiva y educación emocional, te ofrece herramientas basadas en evidencias científicas para disfrutar de una crianza consciente y respetuosa de manera realista y sin exigencias desmedidas. En estas páginas aprenderás a ayudar a los más pequeños de la casa a gestionar sus emociones, a mejorar tu conexión con ellos y a hablar de temas «difíciles», así como a afrontar retos como la alimentación, las rabietas o las pantallas y las redes sociales. Todo esto escuchándote también a ti y atendiendo a tus necesidades, frustraciones y exigencias (y, por qué no, ¡también a la famosa culpa!).