«Encantado, hijo mío, de empezar a la vez a ser lo que seremos».
Un hombre aguarda el nacimiento de su hijo. Asiste fascinado a la gestación junto a la madre, imagina a ese ser que vendrá a revolucionar su casa, su lenguaje, su pareja y su propia historia familiar. A lo largo de un año memorable, el hombre narra los primeros compases de una existencia nueva: la suya como padre junto a la madre y el hijo, tres personajes de una historia universal que encuentra palabras recién nacidas.
Umbilical es un relato lírico cuyas búsquedas resuenan tanto en el plano íntimo como en el colectivo. Sus reflexiones sobre la experiencia de la paternidad sitúan a la masculinidad frente al milagro de la vida y su incesante relectura del presente, en una época de redefinición de los roles, aceptando así la invitación de la poeta Anne Waldman que encabeza estas páginas: «Que los hombres detengan su alboroto / frente a la maravilla del bebé». Pero es también, y sobre todo, una declaración de amor.
El libro más íntimo de un autor fundamental en el catálogo para lectores de todo el mundo.
«Pasaron el tiempo y una multitud de cosas, tantas que ahora forman un torbellino. Estoy aquí solo, la sombra del cuerpo se ha ido alargando, a la vez que vuelven a mí mechas sueltas de aquellos tiempos».
Un hombre regresa, después de mucho tiempo, a su lugar de origen y, apostado en un punto desde el que puede ver todos aquellos sitios que marcaron su vida -su hogar, la escuela, donde jugaba con sus amigos, donde experimentó el dolor, la violencia, el miedo y el odio-, recuerda su infancia y esa frontera vital que es el paso a la adolescencia.
Mil doscientos pasos es la distancia exacta que separa a este hombre de la casa familiar en esta historia de iniciación, de amistad, de descubrimiento de la vida y también de la maldad, de secretos no confesados por el temor a las consecuencias. Esta novela es el relato emocionante de un momento crítico de nuestro pasado: los años duros y oscuros de la posguerra.
«Hace poco un amigo me dijo que todavía sueña con la escolanía, con los pasillos por los que nos movíamos. Siempre que me junto con la gente de entonces las conversaciones acaban tratando sobre aquellos años, y así las historias se mantienen frescas. Creo que desde entonces he comido coliflor muy pocas veces. Le cogí manía. ¿Te acuerdas de la cubierta de bechamel? No sabíamos lo que había debajo. Veíamos las bandejas al entrar al comedor y pensábamos que eran canelones, y luego era una decepción cuando nos servían. [...] También me ocurre que hay conocidos de aquel entonces que han seguido trabajando en el mundo de la música, y cuando me topo con ellos empezamos a contar batallitas, y al final hay una red tan grande de recuerdos y anécdotas que uno no sabe dónde acaba aquella época y empieza esta, lo que sea que esté pasando ahora».
Un día cualquiera, a finales de los años setenta, la protagonista abrió la puerta de su casa y vio cómo su madre se iba en una motocicleta Harley-Davidson con su vecino: un extravagante pintor y lector de cartas zodiacales. Muchos años después, narra a su hija las circunstancias que llevaron a esa partida y también las que la precedieron en un relato que reúne a tres generaciones de mujeres y casi seis décadas de acontecimientos históricos (desde los movimientos estudiantiles del 68 hasta la pandemia actual, pasando por las dictaduras y la caída del Muro de Berlín): una mirada subversiva y feminista del país y del mundo durante ese periodo. Una vida fuera de lo común, sorprendente y conmovedora, pero desprovista de sentimentalismos.
Con inteligencia narrativa, sentido del humor y una visión nostálgica de un mundo que se fue, Rosa Beltrán nos regala un relato intimista y deslumbrante que encontrará eco en varias generaciones de lectores que han vivido, de una forma u otra, lo que se cuenta.
Una conmovedora novela sobre varias generaciones de mujeres que lucharon por el pacifismo.
Según las creencias de los primeros vascos, aquellos que se enamoraban de las lamias, seres mitológicos de apariencia similar a la de las sirenas, se convertían en delfines. Era el precio que debían pagar por su atrevimiento. Un cambio radical que acontecía de la noche a la mañana, como el inicio de un viaje a un destino incierto. De forma parecida, la vida de los migrantes también cambia cuando cruzan la frontera de su país y, una vez emprendido, el camino se vuelve otro, muy diferente al imaginado.
Por las páginas de La vida anterior de los delfines se cruzan tres historias: el destino del libro inacabado que la feminista Edith Wynner dedicó a Rosika Schwimmer, activista, pacifista y sufragista nominada en varias ocasiones al premio Nobel de la Paz, así como la relación entre estas dos mujeres extraordinarias durante la primera mitad del siglo XX; las vivencias de una familia vasca emigrante en el Nueva York actual con el trasfondo político y social del tormentoso fin de la era Trump, y las reminiscencias de la amistad entre dos niñas en el pequeño pueblo costero donde el narrador creció junto a un grupo de mujeres revolucionarias en los años setenta y ochenta.
Apasionante, tierna y poética, llena de secretos por descubrir, deliciosamente escrita y terriblemente humana, La vida anterior de los delfines es la novela más ambiciosa de Kirmen Uribe, donde vuelve a mezclar de forma magistral historia familiar, acontecimientos históricos y la magia del folclore y las historias populares vascas.
Justo cuando la teniente Karen Blecker se pregunta de nuevo si los inviernos serán siempre así de fríos y monocordes en el cuartel de San Lorenzo de El Escorial, el guardia Suárez notifica la llamada de tres paseantes: ha aparecido un cuerpo en el camino de La Horizontal. Una muerte en el pueblo es en todo momento un hecho reseñable, y más aún si es la de una monja que no pertenece a ninguna de las congregaciones de la zona.
Con la ayuda del reticente brigada Cano, Blecker comenzará a ahondar en el pasado de sor Lucía, una mujer enérgica que dedicó su vida a la creación y desarrollo de una moderna planta hospitalaria.
Una historia intensa y apasionada, donde el amor y el peligro van de la mano.
Primera entrega de la serie Los Hermanos Montgomery.
Gwen lleva huyendo desde los doce años. Corre peligro y pese a ello, trata de vivir la vida sin que la paralice el recuerdo de las personas que trataron de matarla. Es así como llega al pueblo de Logan Montgomery, un apuesto detective que, desde que la ve por primera vez, siente que su apacible vida está a punto de cambiar. Para Logan es imposible dejar cualquier misterio sin resolver y querrá llegar hasta el final del tormentoso pasado de Gwen, sin ser consciente de que la puede poner en peligro.
Gwen y Logan son dos almas heridas que se complementan a la perfección... como amigos. Pues Logan hace años decidió no volver a amar a nadie. No desea volver a pasar por el dolor de ver como alguien a quien quieres te traiciona. Logan tratará de resistirse a los encantos de la única mujer que ha conseguido tocar su alma y poner en riesgo sus firmes propósitos. El problema es que con solo una caricia Gwen es capaz de hacer que su cuerpo arda y que llamar amiga a la mujer que más deseas se convierta en algo muy complicado.
Una novela sobre dos almas rotas que se complementan a la perfección y logran unir los pedacitos del otro y aprender que se puede encontrar la fuerza para amar de nuevo.
Segunda entrega de la serie Los Hermanos Montgomery.
Emma acaba de vivir el peor momento de su vida; no solo porque sus padres han acabado en la cárcel acusados de narcotráfico, sino porque su prometido la ha abandonado nada más conocer la noticia. Sin nada más que su orgullo, tendrá que aceptar irse a vivir con su amiga Gwen, que la apoyará en todo, incluso a la hora de conseguir trabajo como secretaria de su cuñado Caleb, a pesar de que Emma carece de experiencia alguna.
Emma y Caleb tendrán una conexión especial que creará entre ambos un vínculo de amistad. Pero el deseo por el otro crece poco a poco hasta que se acaban rindiendo a la evidencia de su amor. Aunque no lo tendrán fácil, ya que el complicado pasado de ambos dificultará la relación y les colocará en situaciones muy peligrosas.
Primera entrega de la tempestuosa historia de un amor imposible de alto voltaje.
Mi relación con Ezra fue igual que un cóctel de frutos secos: cuando abres la bolsa, te prometes a ti misma que te comerás únicamente lo que te gusta y tirarás a la basura esos garbanzos tan duros que solo meten para rellenar. Aunque al final te sorprendes, pues acabas con todo, con lo bueno y con lo malo.
Del mismo modo acepté a Ezra, un hombre que representaba cuanto yo aborrecía y que, además, se jactaba de ello.
Pasé por alto las señales e hice oídos sordos a sus advertencias de que no era tan solo el típico malote que fumaba a escondidas en el instituto, robaba en los supermercados o falsificaba las notas.
Ezra hacía mucho daño a quienes él decidía, en especial a las mujeres. No le temblaba el pulso para mantener su posición dentro de ese mundo sórdido en que estaba instalado.
Yo fui testigo de ello.
Intenté huir.
Y a punto estuve de lograrlo.
Sin embargo, debería haberme alejado antes.