Una excelente colección de relatos en los que la memoria, la deriva de la Revolución y un alegato por la libertad son protagonistas.
Aunque todos los relatos aquí reunidos han sido escritos fuera de Cuba, es importante recordar, sin embargo, que tomaron forma en esa otra Cuba inagotable que Abilio Estévez, para bien o para mal, lleva consigo. Y esos relatos desean responder al secreto de un país en peligro de extinción. Su intención es dar la vuelta a la historia que han vivido los cubanos, observarla desde otro punto de vista, un lugar lejano al que no llegan los tópicos y las alabanzas, y procurar entender la vorágine en que se ha transformado la isla. Historias que son testimonios de un fracaso. Que quieren dar fe del deseo de vivir incluso en medio de tanta frustración y hundimiento. Sus protagonistas han perdido el recuerdo o resulta que recuerdan demasiado —la otra forma de olvido—. Son personajes que crean una realidad paralela para soportar la mezquindad del día a día. Que en medio de un desastre incomprensible se proponen resistir.
«Una Novela puede nacer en tu cabeza en forma de imagen evocadora, fragmento de conversación, pasaje musical, cierto incidente en la vida de alguien sobre el que has leído, una ira imperiosa, pero, sea como sea, en forma de algo que propone un mundo con significado. Y por tanto el acto de escribir tiene carácter de exploración. Escribes para averiguar qué escribes. En cambio, un relato suele presentarse como una situación, hallándose los personajes y el escenario irrevocablemente unidos a ella. Los relatos se imponen, se anuncian a sí mismos, su voz y sus circunstancias están ya decididos y son inmutables. No se trata de encontrar el camino para llegar a ellos; han llegado por propia iniciativa, y más o menos enteros, exigiéndote que lo dejes todo y los escribas antes de que se desvanezcan como se desvanecen los sueños. Un relato, por su propia dimensión, debe centrarse en personas que, por una u otra razón, se diferencian claramente de su entorno: personas enzarzadas en alguna forma de liza con el mundo imperante.» E.L. Doctorow, en el prefacio de Todo el tiempo del mundo
El pasajero
1980, Mississippi. Son las tres de la madrugada cuando Bobby Western se sumerge en el mar del golfo de México con su traje de neopreno e ilumina el avión hundido con la linterna de buceo: nueve cuerpos con el cinturón de seguridad aún abrochado. Faltan la caja negra y el décimo pasajero. Pero ¿cómo es posible? Testigo colateral de maquinaciones que solo pueden perjudicarle, Bobby se ve ensombrecido en cuerpo y espíritu por hombres con placa, por el fantasma de su padre (uno de los inventores de la bomba de Hiroshima) y por su hermana, el amor y la ruina de su alma.
Stella Maris
1972, Wisconsin. Alicia Western, de veinte años, ingresa en un hospital psiquiátrico llevando cuarenta mil dólares en una bolsa de plástico. Doctoranda en Matemáticas, a Alicia le han diagnosticado esquizofrenia paranoide y no quiere hablar de su hermano Bobby. Prefiere contemplar la naturaleza de la locura, estudiar la intersección entre la física y la filosofía, y plantar cohortes, quimeras y alucinaciones.
Narrada a través de las transcripciones de las sesiones psiquiátricas, Stella Maris es un inquisitivo e intelectualmente desafiante complemento a El pasajero, así como una investigación filosófica que cuestiona nuestras nociones de Dios, la verdad y la existencia.
La vida en la ciudad estado independiente de Rosalera no es todo lo que sus ciudadanos esperaban... El alcalde, Jack Jacques, descubre que las deudas en las que incurrió durante la insurrección ahora le atenazan. Además, Nigeria tampoco va a permitir que Rosalera se independice sin luchar. Y algunos habitantes alienígenas de la ciudad han empezado a asesinar a humanos para introducirse en sus cuerpos y hacerse con el control. Un pequeño grupo de hackers y criminales que operan a través del espacio-tiempo, la xenosfera y las fronteras internacionales tiene que impedir el avance extraterrestre. La fugitiva conocida como la Chica de la Bicicleta, Karoo y su antigua jefa Femi puede que sean la última línea de defensa de la humanidad. "El tercer volumen de la trilogía de Ajenjo cierra una gran y original obra de ciencia ficción, que mezcla y empareja tropos clásicos con un entorno nuevo y, de esa forma, cambia su significado... Una conclusión asombrosa de una trilogía que expande nuestra percepción de lo que puede hacer la ciencia ficción". The Guardian
La inspectora Elena Blanco atraviesa el depósito de la Grúa Municipal Mediodía II de Madrid hasta llegar a una vieja furgoneta que expele un olor putrefacto. Dentro está el cadáver de un hombre atado a una silla, con un burdo costurón que asciende del pubis al abdomen. Los primeros resultados de la autopsia aclaran que a este toxicómano reincidente le arrancaron algunos órganos y le colocaron en el vientre un feto de casi siete meses. Los análisis de ADN revelan que se trata de su hijo biológico. A los pocos días, la Brigada de Análisis de Casos se desplaza a la zona portuaria de A Coruña, donde el cuerpo de un asesor fiscal de sesenta y cuatro años ha sido asesinado con el mismo modus operandi.¿Qué relación existe entre las dos víctimas? ¿Y dónde están las madres de los bebés?
Un estudiante llega a una universidad de Colorado, en los Estados Unidos, en busca del sueño americano en su versión académica. La promesa del campus como un santuario en cuyas fronteras se han resuelto los problemas de Occidente -origen, raza, clase- sucumbe ante la realidad nocturna: los alumnos deambulan por los extramuros de la ciudad, a la caza de todo aquello que el día les niega: luz, compañía, ternura, certezas.
La mirada del protagonista explora las historias que se enhebran durante una noche interminable: la obsesión por Sudamérica como destino romántico, sexual y político; los amores paralelos y tóxicos; la necesidad de borrar las señas de identidad para crear otras nuevas; la literatura como resguardo; el futuro en la forma de una oscuridad apenas iluminada por algunas estrellas lejanas y ajenas.