El regalo de la escritura de Mary Oliver es comunicar la belleza sencilla del mundo y hacerla inolvidable. Esto nunca ha sido más cierto que en la luminosa colección de ensayos y poemas que conforma «Vita longa». Con la gracia, la delicadeza y la precisión que caracterizan toda su obra, Mary Oliver nos muestra en este libro que escribir «es una forma de alabar el mundo», y nos sugiere, de forma aparentemente sutil pero inapelable, que leamos sus ensayos y sus poemas como «repentinos aleluyas» con los que celebrar el esplendor de la existencia.
Louise Glück (Nueva York, 1943), Premio Nobel de Literatura 2020, explora en Vita nova (1999) ―cuyo título recuerda a la obra que Dante escribió tras la muerte de su amada Beatriz― la vida posterior al matrimonio y a la pérdida del sujeto amoroso. De este modo, la voz poética es la de un Orfeo que en el umbral se debate entre mirar hacia delante o hacia atrás, consciente de que la música solo es posible si hay un verdadero dolor. La «vida nueva» a la que canta la poeta supone a la vez un desamparo y una libertad que la impulsan a retrotraerse a su pasado, a la muerte de su madre, al limbo entre la infancia y la vida adulta. También a reflexionar sobre la mezcla de placer y dolor que forma parte de cualquier relación humana y sobre la naturaleza de un tiempo cíclico en donde la repetición es también renovación. No exentos de ironía o autoparodia, los poemas de Vita nova abordan las muertes y los comienzos, la resignación y la esperanza, el trauma y la recuperación desde una perspectiva única donde la abstracción convive con una extraña nitidez biográfica a pesar de que dicha biografía sea a menudo una presencia que el lector solo percibe por el rabillo de ojo, y la confesión poética, como en los mejores libros de Glück, sea un acto de intimidad a la vez esquivo y cercano, pero siempre iluminador.
James Bond no es un hombre que se intimide fácilmente, pero es difícil no sentirse nervioso en presencia de Mister Big, un despiadado gánster de Harlem que usa la superstición y el miedo para controlar su vasto imperio criminal; también es uno de los principales agentes estadounidenses del SMERSH.
Mister Big trafica en Nueva York con tesoros piratas procedentes de Jamaica para financiar operaciones de espionaje soviético en Estados Unidos. Con la ayuda de Solitaire, la hermosa y enigmática adivina de Mister Big, y su viejo amigo Felix Leiter de la CIA, 007 debe localizar el escondite del señor del crimen, sabotear su operación y recuperar el tesoro pirata para Inglaterra.