Los sabedores del tema ya no escriben, parecen perdidos en una densa niebla formada por “Banco de datos, “Antivirus”, “Gigas”, “Terabytes” y otros elementos propios de la inteligencia artificial.
Pero ha surgido Heddel, con este importante aporte, al rescate de la información olvidada y de los documentos perdidos, a narrarnos la parte de la historia aún no contada. Sin lugar a duda un documento de consulta muy útil para las nuevas generaciones.
En esta entrega, Heddel nos devuelve el placer que produce el contacto físico con la palabra impresa, única oportunidad donde se puede percibir la mágica sensación que produce el “olor del dato”. En este caso, el infalible pero insensible Míster Google, sufre una derrota.
Un buen número de plumas femeninas que han trabajado sobre el tema se encuentra ya citado por Rosa Silverio, aquí y en los libros anteriores. El ángel de la casa se coloca en esta línea, proponiendo una secuencia magistral de imágenes perturbadoras y originales en las que se concreta el sufrimiento de un sujeto poético mujer que ha perdido el amor que en otras obras de Rosa Silverio la salvaba de la locura.
Hasta la escritura de esta novela de R. A. Ramirez/Baez, el personaje mesiánico Olivorio Mateo, conocido popularmente como Papa Liborio, era solo un mito en el imaginario de su pueblo San Juan de la Maguana, donde muchos aseguran hizo milagros en medio de su lucha contra la intervención norteamericana de 1916 en la República Dominicana.
En Siete veces Liborio la historia continua, pero solo como trasfondo de la aventura de un hombre que llega desde el extranjero para reencontrarse con esa leyenda que el tiempo ha convertido en parte de la geografía del llamado Sur profundo dominicano.
La pura soledad es una novela dramática y psicológica sobre personajes obsesivos que se enfrentan a situaciones fuera de su control, sus voluntades, secretos y esperanzas definirán sus destinos.
Quienes sostienen la idea de que el Defensor del Pueblo República Dominicana es unipersonal desconocen los principios generales de la administración moderna, ignoran el proceso de elección como órgano constitucional establecido en la Constitución y pierden de vista las características del Estado social y democrático de derecho. Además, pasan por alto lo que ha significado para la nación dominicana la forma personalista e individualista de funcionarios que han dirigido algunas instituciones como si fuera un feudo heredado de sus antepasados.
El Defensor del Pueblo, por sus características y por las funciones que le asigna la Constitución dominicana, no puede ser una institución unipersonal porque como órgano del Estado, negaría su propia razón de ser el carácter unipersonal es contrario a los principios de la institucionalidad, negaría el principio de la transparencia, incurriría en práctica antidemocrática y estaría promoviendo la corrupción y el tráfico de influencia.
El defensor del Pueblo de la República Dominicana debe ser preservado como una institución democrática, institucional y transparente, alejado del clientelismo y la corrupción. Tenemos que evitar que la práctica corrupta que caracteriza las instituciones de Estado moderno no permee la vida institucional del Defensor del Pueblo y eso solo puede ser garantizado por un ejercicio transparente que descanse en manos de un equipo de hombres y mujeres que hayan sido celosamente elegidos por el Congreso, que su funcionamiento interno descanse en un órgano de control interno, debidamente fiscalizado por los órganos constitucionales encargados de vigilar el buen uso de los recursos públicos.
La democracia en los partidos políticos es posible, pensar lo contrario sería imponer una idea fatalista y carente de objetividad, Más aún, los partidos tienen hoy, más que nunca, la obligación de ser democráticos pues son los responsables de la consolidación de las nuevas democracias. No habria justificación para que los partidos carecieran de prácticas participativas, libres, plurales y transparentes porque su responsabilidad política es de gran magnitud. No se trata de producir a lo interno de los partidos proceso de fiscalización; de lo que se trata es de que los partidos políticos asuman actitudes tendentes a democratizarse para que
sean genuinos representantes de la sociedad.