En 1845 Thoreau abandona la casa familiar de Concord y se instala en la cabaña que ha construido junto a la laguna de Walden. Pero no se marcha a los bosques para «jugar a la vida», sino para «vivirla intensamente de principio a fin». A partir de esa experiencia escribe uno de los clásicos fundamentales del ensayo moderno. «Walden» es tanto un experimento literario sin precedentes como un manual para la buena vida: un libro escrito contra toda servidumbre y a favor de la felicidad como única riqueza del ser humano. «Walden» es una defensa de la vida libre y salvaje, así como una crítica feroz de la sociedad y sus imposiciones, que apenas han variado desde aquella fecha. «Walden» es un cuestionamiento radical y directo de la institución del trabajo como adocenamiento y del mercado como único dios, así como una lúcida defensa de la simplificación de la vida y del camino que nos lleva a perseguir su esencia y sus placeres cotidianos.
Théophile Gautier sintió desde muy niño un especial apego por los animales, y en particular por los gatos, seres en adelante indisociables de su paisaje íntimo y doméstico y del balance de su experiencia de vida. En Zoológico privado, involuntarias memorias de infancia y juventud y autorretrato al sesgo del autor, nos los presenta con profusión de detalles en su inquietante familiaridad, ya sea durmiendo a su lado o a los pies de la cama, sentados en el brazo del sillón que el autor empleaba para escribir, siguiéndolo en sus paseos matutinos por el jardín, jugando con sus libros o amenizando silenciosamente sus comidas, no sin robarle algún que otro bocado del plato. Pero el imaginario que Gautier nos revela en su recuento biográfico expande su mirada hacia otros seres afines, haciendo patente el vínculo que conecta sus trayectorias vitales y desplegando así toda una cosmovisión panteísta a través de su amor por la naturaleza.