En busca del tiempo perdido, el joven narrador sigue persiguiendo, sin encontrarla, su «vocación invisible» de escritor: «Le resulta a usted más entretenido no hacer nada», le dice su amigo Saint-Loup. Aunque va acumulando nuevas decepciones, lo encontramos más templado, algo menos introspectivo. Su gran iniciación es ahora en la antiquísima aristocracia del Faubourg Saint-Germain, un mundo tan jerarquizado y con tantas capas que moverse por ellas exige la pericia de un malabarista: el temor a no estar a la altura en una cena, las rivalidades y deseos de emulación entre familias y salones, los ingenios y los desprecios componen un cuadro de ansiedad social que despierta tanta admiración como burla. Vuelven a aparecer los temas del amor como «creación ficticia» y de las ambiguas conexiones entre sensibilidad y memoria, pero esta vez en un marco histórico determinado por el furor antisemita que produjo el caso Dreyfus. Gracias a él muchos advenedizos pertenecientes a «la Liga de la Patria Francesa y no sé qué más» consiguen colarse en los altos estamentos, «como si una opinión política fuera una calificación social»; y por culpa de él se pelean entre sí los mayordomos de distintas casas, que tienen una forma de pensar tan compleja como la de sus señores. El temible cronista de sociedad que siempre fue Proust despliega aquí la herencia balzaquiana en todo su esplendor e impregna incluso la representación compasiva de la intimidad y el dolor.
Proust fue uno de los primeros novelistas en tratar por extenso la homosexualidad de hombres y mujeres y considerarla parte de la vida humana, donde en su tiempo se desplegaba secretamente en una duplicidad a la vez psicológica y social. Gran parte de Sodoma y Gomorra (1921-1922) gira en torno al barón de Charlus, ignorante de que sus inclinaciones son un secreto a voces, pero que deslumbra con su linaje, que se remonta a los principios de la historia de Francia, a los jóvenes «inferiores» con los que se relaciona y le causan no pocos disgustos. Pero gira también en torno a Balbec y a Albertine, al «andar persiguiendo fantasmas» de un narrador que avanza en «el camino funesto y destinado a resultar doloroso del Saber». En La prisionera (publicada póstumamente en 1923), el narrador se lleva a Albertine a vivir a su casa en París y la vigila constantemente, buscando en las frases más insignificantes, en los silencios, en las contradicciones, indicios de que le es, ha sido o será infiel.
Más de siglo y medio después de la muerte de Edgar Allan Poe (1809-1849), celebramos la publicación de los Ensayos completos de uno de los mayores cuentistas y, en general, uno de los más importantes escritores de la historia. Lejos de ser la persona atormentada y melancólica que en ocasiones se nos ha presentado, esta edición muestra a un Poe comprometido con la literatura y la estética, así como con la crítica literaria de la obra de sus contemporáneos. En este primer volumen ?traducido por uno de los grandes expertos de su obra, Antonio Rivero Taravillo?, el creador y el intelectual confluyen en estos textos magistrales y poco conocidos, abarcando desde el análisis más profundo del verso y la composición poética, a la crítica atenta de autores como Dickens, Coleridge, Hazlitt o Defoe. Reunidos por primera vez en español y en tres volúmenes, en estos Ensayos completos se podrá comprobar el talento de Poe para hablar de literatura y el contexto cultural en el que participó. Una oportunidad para descubrir, por fin, todas aquellas facetas menos conocidas del autor de obras maestras como La caída de la casa Usher, El cuervo o Los crímenes de la calle Morgue.
Más de siglo y medio después de la muerte de Edgar Allan Poe (18091849), celebramos la publicación de los Ensayos completos de uno de los mayores cuentistas y, en general, uno de los más importantes escritores de la historia. Lejos de ser la persona atormentada y melancólica que en ocasiones se nos ha presentado, esta edición muestra a un Poe comprometido con la literatura y la estética, así como con la crítica literaria de la obra de sus contemporáneos.
En este tercer volumen –traducido por Antonio Jiménez Morato– continúa trazando una valiosa cartografía de la literatura norteamericana a través de libros y autores destacados en su época que recorre en lúcidos artículos y reseñas.
Un recorrido penetrante y sin complejos por el espectro completo del deseo sexual de los antiguos. El poeta latino Marcial definía el epigrama como «una poesía breve que termina con una broma picante». Aquí se reúnen los epigramas de los libros V y XII de la "Antología palatina", poemas dedicados, respectivamente, a mujeres y a hombres.
Vernon Lee, seudónimo de la británica Violet Paget, nació en 1856 en Boulogne-sur-Mer (Francia), y murió en San Gervasio Bresciano (Italia) en 1935. En la literatura fue precoz y brillante desde época temprana, quedando su vida marcada por una educación cosmopolita y una gran curiosidad que se verían reflejadas en la calidad de sus ensayos y en las documentadísimas ambientaciones de sus obras de ficción. Los seis relatos que recoge este volumen son "Oke de Okehurst o un amante fantasma", "Amour Dure", "Esa maldita voz", "La leyenda de madame Krasinska", "Dionea" y "La virgen de los siete puñales" y se cuentan entre las obras mejor perfiladas de la autora, como lo prueban su vigente popularidad y su continua reedición desde que fueron publicados por primera vez.