La señora Dalloway relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente.
La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día acaece un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra psíquicamente perturbado-, lo esencial de la obra estriba en que los sucesos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
Nikki vivía tranquila en su isla de Bali... hasta que apareció Alex.
Alex jamás creyó que podría sentir una conexión tan profunda... hasta que conoció a Nikki.
Ella ha descubierto secretos de su pasado que podrían cambiarlo todo.
Él deberá afrontar que hay mundos que nunca se podrán encontrar.
Después de poner un océano de distancia entre los dos, Alex y Nikki descubrirán que no es tan sencillo mantenerse alejados, sobre todo cuando a su atracción se le una un peligro capaz de acabar con todo..., incluso con sus vidas.
¿Qué esconde Alex en Londres? ¿Cuál es la verdadera historia de la familia de Nikki? ¿Se puede poner límites a la pasión? ¿O hay historias donde el amor es más fuerte que la distancia?
«SI LO NUESTRO FUE UN ERROR, QUIERO EQUIVOCARME CONTIGO CADA SEGUNDO DE MI VIDA».
«TREINTA ATARDECERES HAN BASTADO PARA ENAMORARME PERDIDAMENTE DE TI»
Nikki ha crecido en una pequeña isla de Bali. Alex ha aterrizado en ese oasis huyendo de Londres. Ella es veterinaria y da clases de yoga. Él es piloto de aviones y vive rodeado de lujo.
Solo tienen treinta días para estar juntos, así que ninguno de los dos espera la vorágine de sentimientos y verdades a medias que harán que Alex y Nikki vivan un romance para el que ninguno de los dos está preparado.
¿De qué huye Alex? ¿Cuál es la verdadera razón de los miedos de Nikki? ¿Se puede vivir un amor con fecha de caducidad? ¿O hay historias de amor que no tienen billete de vuelta?
Ahí, al otro lado, en el camino, escucha la lengua secretos que yo no debo conocer y los transmite a otros que no quieren oírlos. ¿Por qué no se quedó conmigo, al margen, por qué se separó de mí? Está en el vacío. El vacío es el camino. Y yo me encuentro incluso al margen del vacío.¿Cómo consigo que todas estas palabras mías digan algo que pueda decirnos algo? No con el mero hecho de que yo hable. Es que no puedo hablar.*Existe una profunda relación entre la cita y los muertos. A través de ella se establece un misterioso diálogo entre vivos y muertos. Todo le es propio y, al mismo tiempo, ajeno. La cita apuntala y refuerza y, por tanto, hace aparecer no solo lo citado sino también al citado, lo hace comparecer.
Unos cien años después, el escritor húngaro Péter Nádas escribe esta pequeña joya titulada La propia muerte. Esta ocurre en el hospital, ante los médicos; se nos muestra el quirófano, los pasillos hospitalarios, la enfermedad. Ya no queda nada, o casi nada, de mitología. Lo que hay, en cambio, es algo que no encontramos en Rilke: una experiencia propia. Nádas sufrió en abril de 1993 un infarto y es esa vivencia la que se describe con delicadeza y minuciosidad en el presente libro.
Para Simón Axier, uno de los principales actores teatrales norteamericanos, todo ha terminado. Ya sexagenario, ha perdido su magia, su talento y la seguridad en sí mismo. Imagina que la gente se ríe de él, no es capaz de fingir que es otra persona. Su mujer se ha ido, su público le ha abandonado, su agente no puede persuadirle de que vuelva a actuar. De repente estalla otra trama: un deseo erótico fuera de lo corriente que sirve de consuelo a su vida desposeída, pero que es tan arriesgado y aberrante que no apunta hacia el alivio y la gratificación, sino a un final aún más sombrío y espantoso.