Winona Farmington soñaba con graduarse de la universidad, mudarse a Nueva York y dedicarse al mundo editorial, pero la vida se interpuso en su camino y tuvo que abandonar los estudios para volver a su pequeña ciudad del estado de Michigan y cuidar a su madre enferma.
Años más tarde, Winnie se consuela viendo Beauchamp Hall, un drama de época ambientado en una gran casa de Norfolk, en cuya historia se sumerge intentando escapar de su rutinaria realidad.
Sin embargo, todo cambia cuando, en el mismo día, en el trabajo la desestiman para un merecido ascenso y su novio y su mejor amiga la traicionan. Siguiendo un impulso por primera vez en su vida Winnie deja su trabajo, se marcha de su ciudad y viaja a Inglaterra, al lugar en el que se graba su serie favorita, y lo que sucede a continuación nos recuerda que nunca debemos conformarnos. Ya que siempre hay que perseguir los sueños... ¡porque no se sabe cuándo puede ocurrir la magia!
Michael Mace, jefe de seguridad en una instalación de investigación ultrasecreta, abre los ojos en una morgue improvisada veinticuatro horas despues de su muerte, rodeado de los cadáveres de todos sus compañeros de trabajo, incluyendo el de su mejor amigo, Shelby.
Habiendo despertado con una habilidad extraordinaria, Michael es capaz de ser tan escurridizo como un fantasma. Se propone honrar a su difunto amigo ayudando a Nina Dozier y a su hijo, John, a quienes Shelby admiraba profundamente, a escapar del padre de John, miembro de una de las pandillas callejeras más violentas de Los Cngeles.
Esta antología está compuesta por los poemas más transgresores de una autora prodigiosa que no escondió su amor a una mujer y que defendió los derechos de las mujeres. Con una lírica barroca, se aferra a un arte emocional e instintivo para alcanzar la pureza humana y a liberación cultural.
Poco después de que el comisario Adamsberg regrese a París tras cerrar un caso en Bretaña, la policía de Rennes le pide ayuda para resolver un crimen que parece guardar relación con una oscura leyenda sobre el fantasma de un conde apodado «El cojo», cuya pata de palo sigue resonando por los corredores del castillo de Combourg. Adamsberg se desplaza con su equipo a la zona, donde se ha hallado el cadáver de un vecino después de que el siniestro caminar del cojo se oyera de noche por las calles de Louviec. Como necesita quietud para resolver el misterio, el comisario visita un dolmen que está cerca del pueblo. Y allí, tendido sobre la losa superior, en una construcción de piedra de más de 3.000 años de antigüedad, buscará la solución al enigma...
Un libro profundamente celebrador. Un canto a los seres tocados por la gracia, capaces de transfigurar la realidad más sencilla en la más sublime.
En Fernando Plata tenemos a un joven poeta cuyo apellido ya indica cierta voluntad alquímica, pues concibe la poesía como transfiguración del sujeto o el objeto, pero desde la pura vigilancia de la conciencia. Y lo que más le importa es reflejar el encanto de la vida y del mundo, en poemas llenos de fuerza y con una dicción hímnica y de fe en esas criaturas del mundo órfico, los altos a los cuales dirige sus himnos. Dotado de profunda imaginación, escribe una poesía visionaria, sometiendo a sus imágenes a una idea rectora, de tal modo que el sentido preside la expresión. Sus ideas de orden proceden de Wallace Stevens, poeta de la imagen no surrealista, pero sí fantasiosa y plena. A Stevens y a Jorge Guillén los celebra como maestros, y su odisea mística está atravesada por el amor y la necesidad de la música. Como señala su prologuista y mentor, José Luis Rey, «Fernando Plata escribe una honda poesía espiritual y nos la entrega como quien ha seguido de cerca al sol hasta la caída de Faetón, para volver a alzarse en brazos de los altos, los seres mágicos y órficos en los cuales la poesía se ha cumplido en plenitud. Y esa plenitud es garantía de salvación. En este primer libro, un libro de himnos para el siglo XXI, el muchacho vigía de la Costa da Morte, con una poesía situada en el límite entre canto y eternidad, ambiciosa y a la vez humilde, nos regala una verdadera aventura del espíritu».
Vera, Sara y Alexander eran inseparables. Siendo adolescentes, habían establecido un vínculo especial, una amistad inquebrantable; habían trenzado sus vidas con nudos en apariencia irrompibles. ¿Por qué entonces, en la actualidad, Sara se siente sola? ¿Por qué los veranos en el lago ya no son tan mágicos como en algún momento fueron?