Hannah está ocupada intentando esquivar los intentos de su madre por casarla mientras dirige la panadería más popular de Lake Eden. Pero cuando encuentran a Ron LaSalle, el querido repartidor de la lechería muerto en la parte trasera de su panadería, su vida ya no puede ir a peor. Decidida a no dejar que aquello afecte a la reputación de su establecimiento y sus famosas galletas, se propone descubrir al asesino. Pero si no anda con cuidado, su dulce vida podría amargarse.
Nadie te sirve un misterio tan delicioso y lleno de suspense como Hannah Swensen, la heroína pelirroja repostera de Joanne Fluke, cuyas galletas de jengibre son tan ácidas como sus réplicas.
¿Quién iba a decir que la restauración de libros podía ser tan emocionante?
Brooklyn Wainwright es una cirujana experta en encuadernación de libros. La noche de la inauguración de una exposición de libros de anticuario, Brooklyn encuentra a su mentor, Abraham, tirado en un charco de sangre. Poco antes de morir este le entrega una copia de del Fausto de Goethe para que la guarde al tiempo que le susurra un críptico mensaje: «Recuerda el diablo».
De este modo, Brooklyn se convierte en sospechosa de asesinato y robo gracias a Derek Stone, el agente de seguridad británico sin sentido del humor y molestamente atractivo que la encuentra junto al cuerpo de Abraham. Ahora tendrá que seguir las pistas que su mentor ha dejado si quiere que se haga justicia… Una inteligente, divertida y sofisticada novela que mantiene la intriga hasta el final.
He vuelto al instituto Katmere, pero me siento extraña, me atormentan cosas que no recuerdo haber vivido y sigo luchando por comprender quién o qué soy realmente. Cuando empiezo a sentirme segura de nuevo, Hudson reaparece con sus ideas de venganza, insiste en que hay secretos que no conozco, secretos que pueden abrir una brecha entre Jaxon y yo para siempre. Pero enemigos mucho peores nos están esperando…
Con el Círculo atrapado en una guerra de poder y la Corte Vampírica tratando de arrastrarme hacia su mundo, lo único que todos tenemos claro es que dejar el Katmere significaría mi muerte segura. Tengo que luchar, no solo por mi vida, sino por la de todos. Solo sé que salvar a las personas que amo requerirá sacrificios. Quizá más de lo que puedo dar.
Alaxi Dalem está acostumbrado a una vida demasiado tranquila, como agricultor y padre de familia, en un pueblo perdido del desierto de Mojave.
Cuando recibe la visita de dos militares su pasado le explota en la cara: Lena Gradavi, alto mando de defensa, ha sido secuestrada en el Karón, un proyecto que crearon a medias en la universidad.
Dicha máquina crea mundos virtuales, a partir de los recuerdos, y tuvo que ser prohibida y retirada. Alaxi es el único capaz de conectarse.
¿Por qué ha vuelto allí Lena? ¿Quiénes la retienen? Su marido, el general Ritcard, teme por Quimera, el sistema de datos que gobierna el país.
Alaxi acepta conectarse a la mente de Lena, pero sus males acaban de empezar: ella es también su ex y él la dejó de la peor manera, lo que convierte la misión en un auténtico infierno.
MIL KILÓMETROS DE DISTANCIA,
DOS CORAZONES EMPEÑADOS EN ENCONTRARSE
Y UNA PASIÓN A LA QUE NO PODRAS RESISTIRTE.
Elena y Marcos por fin han reconocido que, aunque no entraba en sus planes, están locos el uno por el otro.
Elena y Marcos tienen que enfrentarse a un nuevo obstáculo: la distancia. Mientras ella busca su propio camino en Madrid, el debe regresar a su vida en Londres.
Entre conversaciones nocturnas, mensajes subidos de tono y reencuentros fogosos, Elena y Marcos están a punto de descubrir que no hay mayor aventura que la de rendirse al amor, aunque no siempre sea fácil.
La distancia mata la pasión... ¿O es al contrario?
Annie Ernaux cuenta en estas páginas la relación que mantuvo con un hombre más joven que ella. Una experiencia que la hizo volver a ser, durante varios meses, la «chica escandalosa» de su juventud. Un viaje en el tiempo que le permitió atravesar una etapa decisiva en su escritura.
«A menudo he hecho el amor para obligarme a escribir. Quería encontrar en el cansancio, en el desamparo que le siguen, razones para no aguardar ya nada de la vida. Tenía la esperanza de que el final de la expectativa más imperiosa, la del orgasmo, me hiciera sentir la certeza de que no había goce superior al de la escritura de un libro. Quizá ese deseo de desencadenar la escritura del libro fue el que me condujo a llevar a A. a mi casa a tomar una copa después de cenar en un restaurante donde, por timidez, había permanecido prácticamente mudo. Era casi treinta años más joven que yo.»