El silbido vulnerable del jilguero me despierta, a veces, desde la ventana de la habitación. Y, como las gotas condensadas, empiezo a deslizarme por la memoria. Viajo otra vez a la tierra que habité, ahora curtida por el presente, y recuerdo todas las heridas existentes. Creo que fue en ese instante cuando empecé a escribir. O había sido antes, no sé. La memoria a veces es confusa. A veces, sin embargo, no escucho su silbido y hablo con el silencio, que me recuerda las ausencias que no vuelan. Entonces, les escribo y dejo que vuelen sobre el papel.
La furia es la poderosa nueva propuesta de una poeta profunda, original, que destaca en el ámbito de la poesía actual en castellano.
En la misma aborda desde una perspectiva luminosa el sentimiento amoroso: «La furia es un nudo que en agua caliente se deshace. Hay una distancia exacta entre el horizonte y lo vivido: ahí lo escrito. Todo lo que se expande es poema. La furia es quietud y movimiento. El amor se va de quien lo destruye. El amor perdura para aquel que lo nombra y lo sostiene».
«Tuve la suerte de no ser deportado a Auschwitz hasta 1944, después de que el gobierno alemán hubiera decidido, a causa de la escasez creciente de mano de obra, prolongar la vida media de los prisioneros que iba a eliminar.» Así comienza Si esto es un hombre, crónica en lenguaje mesurado y sobrio de la espera de la nada, la privación cotidiana, el olvido de la condición humana de los prisioneros de los campos de exterminio nazis.
Completan la Trilogía de Auschwitz dos obras posteriores: La tregua (1963), relato picaresco de las tribulaciones de un grupo de italianos, liberados de los campos nazis, que recorren durante meses los caminos de Europa central en compañía del Ejército Rojo, y Los hundidos y los salvados (1986), un ensayo en el que Primo Levi trata de comprender las condiciones y circunstancias que permiten la degradación del ser humano.
Estos poemas los encontró Inmaculada Pelegrín (Lorca, 1969) una mañana de enero en un lugar llamado Farrera con vistas al Alto Pirineo. Por esta circunstancia no debe extrañar que, al leerlos, huelan a hierba y a pan de centeno o se escuche, de fondo, bramar un cabirol. Fue imprescindible, para que ocurriera, que estuviesen por allí Fernando Carreter, conductor de diligencias; su hijo Saúl, descifrador de contraseñas; y Tito Pedro, un ermitaño sabio que los acogió en su eschatia. Aunque debatieron mucho sobre el tema, ninguno se atreve a afirmar si cuando decimos la teoría de las cosas nos estamos refiriendo a que nosotros tenemos una teoría sobre las cosas o a que las cosas tienen su propia teoría sobre el mundo.
Tel Aviv, hora punta. Un ataque suicida provoca una masacre en un restaurante atestado de personas. El doctor Amín Jaafari, israelí de origen palestino, atiende en el hospital a los supervivientes cuando recibe la noticia de que, entre los muertos, se encuentra su mujer, y que todo apunta a que se trata de la causante del atentado. En busca de una explicación a lo sucedido y convertido de repente en traidor para muchos con quienes compartía el mundo aparentemente a salvo en el que vivía, el protagonista tratará de penetrar en el complejo entramado del terrorismo islámico. Publicada en 2005, "El atentado" es una de las obras más impactantes del escritor argelino Yasmina Khadra, pseudónimo femenino del comandante retirado del ejército argelino Mohamed Moulessehoul (1955).
Domme o el ensayo de Ocupación es una obra peculiar, con un destino que debe celebrarse y con una función muy precisa: iluminar por un instante la estupidez que impera en nuestra civilización. François Augiéras, ya sea el escritor o el personaje de esta novela —ambas identidades se confunden—, decide adoptar el mítico papel del loco que reniega de la miopía humana al mismo tiempo que propone realizar un objetivo insoslayable: «Ha llegado el momento de atacar al Hombre. ¿Atacar? Por lo pronto, hay que ocupar con sigilo varios sitios. Y de pronto aparecerá, muy discretamente, una civilización “distinta”. La Nuestra». Recluido en un hospicio pueblerino, en la campiña francesa, haciéndose pasar por un extravagante, pero absolutamente convencido de que su origen nada tiene que ver con los hombres que lo rodean, Augiéras comienza la Ocupación que terminará por crear una nueva civilización, una civilización proveniente de los astros y diametralmente opuesta a ese fatal detritus llamado Humanidad. Por eso puede afirmar tajantemente: «los derechos del hombre nos tienen sin cuidado». Su origen es otro, luminoso… Él viene de las estrellas. Tal vez otros como él llegarán más tarde. Sin embargo, su tarea radica en iniciar la Ocupación de este hermoso planeta. No importa si es una empresa destinada al fracaso, ya que el fracaso, en todo caso, consiste en identificarse con la Humanidad. La Ocupación ha comenzado.