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EL BUEN MAL

Magnéticos e irresistibles. En cada uno de los cuentos de El buen mal, Samanta Schweblin nos abduce a otra dimensión donde quedamos en contacto íntimo con sus personajes. Encandilados por el fulgor de la inminente tragedia, vulnerables y profundamente humanos, advierten cuánto podría transformarlos la irrupción de lo inesperado. A algunos los dejará de pie frente al dolor, a otros dialogando con la culpa y a todos atravesados por la incertidumbre. ¿Importa saber qué es verdad? Se trata, de principio a fin, de ser partícipes de un fenomenal artificio literario. Con inédita perspicacia, Schweblin intuye el punto de quiebre de una voluntad, la intensidad premonitoria de un temblor y la lejanía que impone la ternura. Conoce la mejor de las infinitas posibilidades de una historia y el modo de encajar las piezas de una trama para dar con un gran relato que se hunda y proyecte, oscurezca e ilumine el día a día de la época y el alma de quienes la habitan. En su literatura, premiada internacionalmente, los filos entre realidad y ensueño deslumbran como los de un cuchillo.
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ATRACON

Vuelve Douglas Coupland con una novela para leer en «modo atracón» En los años 90, la publicación de "Generación X" convirtió a Douglas Coupland en el gran cronista de los nativos digitales. "Microsiervos", "Planeta Champú", "Todas las familias son psicóticas" o "JPod" lo confirmaron como un escritor con mundo propio, irónico y detallista, gran observador de las ansiedades y los desafíos de la sociedad hiperconectada. Tras varios años concentrado en su trabajo como artista audiovisual y gráfico, vuelve Coupland con una novela hecha de 60 microrrelatos pensados para leer en «modo atracón». Capaz de describir a un personaje con una sola frase, o un rasgo o una actitud, Coupland hace hablar a jóvenes, mayores, abuelos, enfermos, aislados, adictos, conectados entre sí pero cada uno a solas con su conflicto. Juntas, estas historias cuentan el mundo de hoy. Influenciado por autores como Margaret Drabble, Truman Capote, Kurt Vonnegut, Joan Didion y los escritos de Andy Warhol, Coupland se ha caracterizado por construir una obra basada en la profusión de detalles: la forma de vida de personajes, las referencias a innumerables marcas y productos del mundo del consumo ; el tono antropológico. A la manera de una novela realista del siglo XX, Coupland trazó el gran atlas de lo que el mundo de Internet estaba por hacer con el mundo occidental». Karina Sainz Borgo, "Vozpopuli"
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TODOS LOS ARCOIRIS A TU LADO

Dicen que las islas Lofoten son el final del mundo, pero Emma solo puede pensar que es imposible que algo tan bonito sea el final de algo, sino apenas el principio: el principio del mundo, una oportunidad para empezar de nuevo y también su casilla de salida en el recién estrenado tablero de su vida. Aksel se marchó de este archipiélago situado por encima del círculo polar ártico cuando cumplió los dieciocho años, ansioso por ver qué había más allá de esas montañas rodeadas de agua, pero han transcurrido siete años y ahora solo desea regresar y convertir su cabaña a orillas del fiordo en su hogar. Emma guarda un secreto que la cambió por completo, y lo último que quiere es enamorarse. Aksel se enamora perdidamente de ella en cuanto sus miradas se encuentran.
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EL JUEZ SURRA Y OTROS CASOS SICILIANOS

En «Demasiadas confusiones», el azar hace que Bruno Costa, técnico de la compañía telefónica, y Anna Zanchi, una traductora, se conozcan y se enamoren perdidamente; sin embargo, el encanto se rompe de forma brutal cuando la mujer es asesinada: temiendo ser acusado, Bruno decide ir a la caza del criminal. Ambientado en 1862, justo después de la unificación de Italia, «El juez Surra» tiene como protagonista al magistrado Efisio Surra, de cincuenta años, que es trasladado de Turín al tribunal siciliano de Montelusa; valiente y tenaz, y con una conciencia de hierro, Surra parece ignorar por completo la sombra alargada de la «Fraternidad», la mafia de la época, a la que no dudará en enfrentarse para cumplir la ley. Y, finalmente, «El medallón» nos lleva hasta Belcolle, un pintoresco pueblo con vistas a la costa cerca de Cefalú, donde Antonio Brancato, comandante de la sede del Cuerpo de Carabineros, tiene que hacer frente a una situación complicada: el viejo Francesco Barbaro, atrincherado en su casa de las afueras con un fusil de caza, amenaza con disparar a todo aquel que se acerque, incluido el párroco.
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MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO

En "Memorias del subdesarrollo" (1965), novela icónica de Edmundo Desnoes, asistimos a la debacle íntima y social de Malabre, un escritor que, viendo marcharse incluso a familia y amigos, decide permanecer en Cuba tras el triunfo de la Revolución, por lo que queda convertido en testigo de un panorama y un entorno que le resultan tan absurdos como irredimibles. Ya en el contexto de la literatura cubana de los años sesenta, "Memorias del subdesarrollo" resultó una obra de difícil catalogación, pues quedó fuera de las dos tendencias dominantes del momento: la literatura de compromiso y el preciosismo barroco abanderado por Alejo Carpentier. No en vano, su autor bebe de fuentes que, sin llegar a abandonarla, tensionan y complementan la tradición hispánica, y entre las que destacan, además de la gran novelística rusa, los modelos absurdistas de Kafka, Beckett y, muy especialmente, "El extranjero" de Camus, con cuyo protagonista (Meursault) el cubano Malabre puede compararse en no pocos aspectos.
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LA VERDADERA VIDA DE JOSE HERNANDEZ

Si hay un hombre que todos los argentinos conocemos es el gaucho Martín Fierro. Muchos menos conocen a su autor, el señorito José Hernández, y a menudo lo que saben de él está lejos de la verdad. En estas páginas su personaje, Martín Fierro, furioso y agradecido, rencoroso y querendón, nos cuenta la vida de su creador con los mismos versos gauchescos que lo hicieron famoso. Pero esta vez Fierro no canta, cuenta: Aquí me pongo a contar la historia que no quisiera: la de esa culebra artera que por contar una historia me se robó la memoria, me la cambió toda entera. Se llamaba José Hernández, aunque también se llamaba Pueyrredón, porque alardeaba de ser un hombre de abajo y era rico pa'l carajo más que la reina de Saba. Su familia era de aquellas que asaltaron nuestras tierras: pampas, ríos, bosques, sierras, todito se lo quedaron y así nomás lo alambraron para dejarnos ajuera.
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