Fábula mítica y relato filosófico que interroga acerca de la relación del ser humano con su prójimo y con el mundo, El Principito concentra, con maravillosa simplicidad, la constante reflexión de Saint-Exupery sobre la amistad, el amor, la responsabilidad y el sentido de la vida.
Viví así, solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que tuve una avería en el desierto del Sahara, hace seis años. Algo se había roto en mi motor. Y como no tenía conmigo ni mecánico ni pasajeros, me dispuse a realizar, solo, una reparación difícil. Era, para mí, cuestión de vida o muerte. Tenía agua apenas para ocho días.
La primera noche dormí sobre la arena a mil millas de todatierra habitada. Estaba más aislado que un náufrago sobre una balsa en medio del oceano. Imaginaos, pues, mi sorpresa cuando, al romper el día, me despertó una extraña vocecita que decía:
-Por favor..., ¡dibújame un cordero!
-¿Eh!?
-Dibújame un cordero...
Única, entrañable, divertida y antirromántica:
ALBALEZ, «una Mafalda del siglo XXI» (Pilar Martín,EFE)
«Irónica, inteligente y mordaz. Las viñetas de Albalez son como la vida misma... pero mejor.»
Elísabet Benavent
Albalez es millennial, pero no puede con la vida moderna. De hecho, está convencida de que la Tierra es su planeta de adopción y que en su planeta de origen, el biológico, no se madruga, ni se trabaja, y desde luego no existen los lunes. Para sobrevivir aquí, ¿qué mejor que Netflix, la pizza y las amigas, aunque estas a menudo le provoquen daños degenerativos con esos líos que se traen con el amor? Porque si de algo está convencida, por encima de todo, es que el amor romántico no existe.
Jose del Río Sainz (Santander, 1884-Madrid, 1964) fue marino de formación y vocación, uno de los más importantes periodistas santanderinos de la primera mitad del siglo XX (corresponsal de guerra en Marruecos, director de periódico, articulista elogiado por Chaves Nogales), y un singular poeta caracterizado por su energía, prosaísmo y plasticidad. Autor de poemas que tienen casi siempre algo de suceso narrado que queda trascendido mediante una comprensión lírica de la realidad, Jose del Río es calificado por Gerardo Diego como un poeta cuya enorme personalidad se manifiesta en la conciliación de contrarios: modernismo y realismo, parnasianismo y prosaísmo. Premio Fastenírath de poesía en 1925, el propio poeta, en las líneas autobiográficas que en 1934 publicó en la segunda antología preparada por Gerardo Diego, señala que por edad y formación es seguidor de Ruben Darío y que la cualidad que prefiere en los versos es la musicalidad. En esas mismas líneas dejaba apuntado, con humor y lúcida ironía, "he recibido banquetes y homenajes, una puñalada y una flor natural, que es lo que más me duele". Concha Espina escribió sobre el: "es como sus versos: fuerte, descuidado, sincero, valiente".
Rick Dalton, un actor de televisión en decadencia, abocado al alcohol y en busca de un papel que lo redima, y Cliff Booth, su doble de escenas de acción y heroico veterano de guerra (con alguna que otra sombra), son los antihéroes de esta sorprendente novela, que va mucho más allá del final que vimos en el cine. Los acompañan algunos secundarios de lujo, figuras históricas, como Sharon Tate o Charles Manson, pero también otras inventadas e indiscernibles de las reales. Con todas ellas el autor construye un mundo único y original, irrepetible en ningún otro lugar salvo en su imaginación.
Érase una vez en Hollywood es el insólito debut de Quentin Tarantino en la literatura, una deliciosa y brutal primera novela. Con esta nueva muesca en su trayectoria propone, cómo no, nuevas reglas para el género de la novelización, pues logra voltear la historia que nos mostró en la gran pantalla. Todos los personajes, escenas y tramas que aquí nos ofrece con diálogos y descripciones marca de la casa no solo expanden el universo fílmico de Tarantino sino que nos presentan a un narrador con un talento excepcional.
Un libro que confirma a Annie Dillard como una de las más importantes escritoras vivas.
Los grandes escritores de 'nature writing' son capaces de observar la naturaleza con una agudeza singular y construir un relato que permita al lector viajar hasta esos mundos tan ajenos a nuestra cotidianeidad. Dillard, sin embargo, va más allá. Ve a través de las grietas por las que el mundo se deshilvana y se reteje, donde los fenómenos más dispares encuentran su vínculo. Dillard es hija de Thoreau, pero también del Maestro Eckhart. Es una incansable exploradora: da igual que nos hable de un viaje a las Galápagos, a la Antártida o a las colinas que la rodean: allá donde se posa su mirada la belleza del mundo arrasa sus pupilas, y sus palabras, como la mejor poesía, dan cuenta de esa lucha por transmitir el misterio último de una emoción que carece de lenguaje.
Robert Grieve, un joven inglés que vive a la deriva en Camboya, trabajando como profesor en una pequeña aldea, decide desaparecer del mapa. La primera noche, rumbo a Tailandia, un golpe de fortuna activa una cadena de acontecimientos en la que toman parte una bolsa de dinero «maldito», un americano distinguido, un baúl repleto de heroína, un taxista buscavidas y la hija de un médico rico. Cazadores en la noche es un sofisticado juego del gato y el ratón con reminiscencias de Patricia Highsmith, en el que las identidades son difusas, la avaricia se impone a la bondad y el karma es despiadado. Una novela magistral que confirma a Lawrence Osborne como uno de los escritores contemporáneos más potentes.