El hombre que narra esta historia perdió a su mujer y ha criado a sus dos hijos lo mejor que ha podido. Son dos chavales buenos y educados que quieren a su padre tanto como él a ellos, aunque no lo expresen a menudo. Comparten la afición por el futbol, los recuerdos sobre su madre y el orgullo humilde de clase trabajadora. Hasta que de repente el mayor habla cada vez menos, se aleja de su padre y empieza a codearse con jóvenes de extrema derecha.
Con la sensibilidad frágil y profundamente humana de quién no tiene herramientas para expresar cómo se siente, asistimos al relato de un amor imperfecto entre un hijo y un padre que no sabe cómo evitar que su chico se llene de odio. ¿Por qué alguien con la vida por estrenar puede contener tanta furia? ¿El amor de un padre puede perdonarlo todo?
Esta historia inolvidable se hace las preguntas adecuadas, las que más duelen y las que escapan a una respuesta fácil. Seleccionada como el mejor libro del año por los estudiantes franceses, resuena con fuerza en un mundo estupefacto ante el auge del odio y la incomprensión.
ESTE volumen reúne dos libros fundamentales de Louise Glück (Nueva York, 1943), Premio Nobel de Literatura 2020: Figura descendente (1980) y El triunfo de Aquiles (1985). Si el primero de estos libros toma su título del lenguaje musical para referirse a una suerte de viaje órfico que, según la propia Louise Glück, podría definir toda su obra («mis poemas son verticales, aspiran y ahondan, no se expanden, no explican ni amplifican»), el segundo supone un hito en su trayectoria al recurrir en mayor medida a la máscara de las figuras clásicas y bíblicas que constituirán el hilo vertebrador de sus libros posteriores. Ligados especialmente a la pérdida, a su miedo y reconocimiento (en el amor o en las relaciones familiares), los poemas aluden frecuentemente a un cuerpo que es identidad al tiempo que una carga, en los que la experiencia del hambre y el despojamiento es equiparada por la autora con su proceso de escritura.
En 1960 Shentalinski fue enviado como operario de una emisora de radio a la isla de Wrangel, más allá del Círculo Polar, donde permaneció durante tres años. La isla representó para él una verdadera escuela y la experiencia más importante de su vida, hasta el punto de que le gustaba regresar, siempre que fuera posible. Uno de esos viajes tuvo lugar en 1972, en el marco de una expedición científica para estudiar los osos polares. La expedición se limitaba a dos personas: Shentalinski y Stanislav Biélikov, a día de hoy uno de los mayores expertos en el estudio del oso polar. Y de las dificultades de la expedición da fe el diálogo mantenido en el Departamento de Transportes cuando los dos expedicionarios solicitaron una motonieve. Al dar las dimensiones del vehículo, doscientos por sesenta por cuarenta, el funcionario respondió: 'Las dimensiones justas de un ataúd.' Mi amor, la osa blanca es el diario que Shentalinski escribió durante esos días completado con más de veinte fotografías.
Oryx y Crake es una inolvidable historia de amor y una conmovedora imagen de un cercano e inquietante horizonte postapocalíptico.
Conocido como Jimmy antes de que el planeta se viese asolado por una serie de desastres naturales, Hombre de las Nieves llora la pérdida de Crake, su mejor amigo, y de la bella y esquiva Oryx, de quien ambos estaban enamorados, mientras lucha por sobrevivir en absoluta soledad sobre la faz de la Tierra.
A merced de los elementos, acechado por los recuerdos y sin más compañía que la de los Hijos de Crake, esos seres de ojos verdes que lo consideran una especie de profeta, Hombre de las Nieves se pregunta cómo ha podido cambiar todo en tan poco tiempo y emprende un doble viaje hacia su pasado y hacia la burbuja de alta tecnología creada por Crake, el lugar donde empezó todo.
El periodista norteamericano Doug Bock Clark convivió durante tres años en un remoto enclave indonesio con la tribu indígena de los lamaleranos, la única que actualmente sigue pescando cachalotes el animal dentado más grande del mundo solo con métodos tradicionales; los mismos que en el siglo xix habría utilizado el capitán Ahab contra Moby Dick: en barcos de remos y arponeándolos a mano.
Fruto de su experiencia nace este cautivador retrato sobre un grupo que convive en equilibrio con la naturaleza perpetuando una práctica con un fuerte componente ritual y épico, que asiste impotente a la progresiva desaparición de sus costumbres y sustento. El cambio climático, la globalización y las nuevas tecnologías están destruyendo una comunidad en la que la solidaridad, el respeto por la naturaleza y los mayores eran exponentes de una cultura que reflejaba lo mejor del ser humano.
David, o Déibid Weirdo, como le gusta que le llamen, es un preadolescente que ve el mundo desde una perspectiva muy diferente a la del resto de su familia y no está pasando por su mejor momento: sus padres se acaban de separar, su hermano mayor, Dano, ha dejado de hablarle sin que Déibid sepa el motivo y, para colmo, se ha enamorado por primera vez de una chica de la que no sabe ni su nombre.
Santi Balmes sumerge al lector en el mundo fantasioso y peculiar de Déibid, los sucesos cotidianos y extravagantes que acontecen en su estrambótica familia y vive con él su despertar a la adolescencia, al amor y a la sexualidad.