Copenhague, 1968. Lise, escritora de libros para niños y madre casada de tres hijos, está cada vez más obsesionada por rostros y voces incorpóreos. Está convencida de que su marido, que le es infiel, la dejará. Sobre todo, tiene miedo de no volver a escribir nunca más. Sin embargo, a medida que desciende a un mundo de píldoras y hospitales, comienza a preguntarse si la locura es realmente algo que se debe temer o si trae una especie de libertad.
Tras convertirse en un fenómeno literario mundial con Trilogía de Copenhague, recuperamos una de las novelas fundamentales de Tove Ditlevsen, Las caras, una continuación lógica de los grandes temas de su literatura (los roles de madre y esposa, la lucha por convertirse en escritora, la infidelidad, la enfermedad mental o las adicciones) y una historia desgarradora que nace de su propia experiencia vital.
Cuando Eufrasia Vela empieza a trabajar como cuidadora de ancianos, no sospecha que su oficio la llevará a una encrucijada existencial. La íntima relación que mantiene con doña Carmen, el doctor Harrison y Los Siete Magníficos —entrañables personajes que se apoderan de su pensamiento y su cariño— la obliga a replantearse su papel de madre y hermana, las vicisitudes de la longevidad, las formas de la compasión y el sorpresivo valor que los cuyes, esos conejillos de Indias tan peculiares, adquieren en su presupuesto moral. Acompañada de una banda sonora donde resuenan el huayno, el jazz, la balada y el pop, la historia de Cien cuyes rescata a la vez la impronta del cine como un contrapunto de la existencia de sus personajes y una fuente de revelaciones sobre el sentido de la vida y de la muerte cuando esta se aproxima.
«Cien cuyes es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias».
Publicado inicialmente en 1933 y ampliado en 1935, Residencia en la tierra es el gran clásico del «más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas», en palabras de Gabriel García Márquez. Después de escribir Crepusculario y Veinte poemas de amor y una canción desesperada, y a raíz de una aguda crisis vital sufrida durante su estancia consular en oriente, Neruda se embarcó en la composición de este libro monumental que supuso una ruptura decisiva respecto a su obra anterior y la poesía en español.
Residencia en la tierra es uno de los poemarios más originales y emocionantes de Neruda y también uno de los más arriesgados por su vanguardismo, vinculado indirectamente con la corriente surrealista. Una honda reflexión sobre la vida, sobre la relación entre la naturaleza y los seres humanos, sobre la pérdida y sobre nuestro papel en el universo.
En una noche de agosto en Noruega, un resplandor enciende el cielo de golpe: es una enorme estrella nueva que se eleva vertiginosa, sin que nadie pueda explicarla. Magnetizados, inquietos, la observan unos personajes en medio de sus propias encrucijadas. Está Arne, profesor de literatura, que trata de lidiar con las dificultades del matrimonio con su mujer Tove, que sufre trastorno bipolar. Y está también Kathrine, pastor de la Iglesia que se sorprende cuando, al volver de un seminario, decide pasar la noche en un hotel en lugar de en su propia casa.
Acaso sea Crónica de una muerte anunciada la obra más «realista» de Gabriel García Márquez, pues se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal del escritor. Cuando empieza la novela, ya se sabe que los hermanos Vicario van a matar a Santiago Nasar -de hecho, ya le han matado- para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero el relato termina precisamente en el momento en que Santiago Nasar muere.
El tiempo cíclico, tan utilizado por García Márquez en sus obras, reaparece aquí minuciosamente descompuesto en cada uno de sus momentos, reconstruido prolija y exactamente por el narrador, que va dando cuenta de lo que sucedió mucho tiempo atrás, que avanza y retrocede en su relato y hasta llega mucho tiempo después para contar el destino de los supervivientes. La acción es, a un tiempo, colectiva y personal, clara y ambigua, y atrapa al lector desde un principio, aunque este conozca el desenlace de la trama. La dialéctica entre mito y realidad se ve potenciada aquí, una vez más, por una prosa tan cargada de fascinación que la eleva hasta las fronteras de la leyenda.
Dicen que en la cafetería Funikuri Funikura hay una mesa en la que puedes sentarte, pedir un café y viajar al pasado durante el tiempo que tarda este en enfriarse.
Bajo la atenta mirada de la encantadora camarera Kazu, los clientes del café se enfrentarán a los momentos más importantes de sus vidas y descubrirán que la felicidad consiste en saber perdonarse a uno mismo.
Cuatro historias de redención y esperanza llenas de personajes inolvidables, tiernos, contradictorios y sorprendentes que ya habitan en el corazón de más de un millón de lectores.